Pero el 25 de septiembre, otro episodio da cuenta de que la guerrilla no está dispuesta a deponer las armas. El secretario general de la CGT, José Rucci, es acribillado a balazos por un grupo comando.
Reiteradamente amenazado, Rucci cambiaba frecuentemente de domicilio. En oportunidad de abandonar una casa ubicada en la calle Avellaneda, de la Capital Federal, es alcanzado por una ráfaga de disparos sin que su custodia -atacada simultáneamente desde las ventanas de otro edificio- pueda repeler la agresión.
El dirigente sindical recibe veintitrés impactos de bala, muriendo de inmediato. En principio, el general Iñíguez atribuye el atentado al ERP, pero tiempo después llegará a establecerse que la autoría del mismo correspondió a Montoneros.
De todos modos, Rucci constituía uno de los pilares fundamentales del Pacto Social en el que descansaba el proyecto económico y social de Perón. Su muerte significaba un golpe durísimo a la estrategia trazada por el General, y obraría sobre su ánimo persuadiéndolo de la dificultad de "encarrilar" a los sectores rebeldes de su Movimiento.
Perón no ignorba que esto era - a esa altura- imposible con respecto a la dirigencia de la guerrilla. Pero -como lo evidenciaban reiteradas referencias en sus discursos- abrigaba la esperanza de obrar persuasivamente sobre la masa juvenil incorporada al Movimiento, evitando que esta quemara sus energías internándose en el camino estéril de la violencia y la muerte…
La cúpula de las organizaciones armadas habían demostrado una línea de acción absolutamente sin contradicciones, que había comenzado con la actitud provocadora de Galimberti el 20 de Junio en Ezeiza y ahora con el brutal asesinato de Ignacio Rucci. En corto plazo llegaría el asesinato de Coria, evidentemente con carácter de provocación ya que el sindicalista se había retirado derrotado y vivía en Paraguay.
Esto por supuesto no era lo que se bajaba a sus organizaciones de superficie donde se hablaba de la “Masacre de Ezeiza”, de “Romper el Cerco” y de “Salvar al gobierno de Perón”, a quién mantenían como conductor.
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Asesinato de Ignacio Rucci. De Perón Sinfonía del Sentimiento de Leonardo Favio. |
Tras la muerte de Rucci, cundiría el desconcierto en los sectores juveniles y comenzaría a producirse un desgranamiento que se profundizaría más tarde. Por esa época se originó el apartamiento de los grupos que más tarde formarían la JP "Lealtad", en repudio a la creciente ceguera política de las cúpulas de las organizaciones armadas.
En vísperas de asumir el mando, Perón cumple setenta y ocho años. Una agrupación de suboficiales retirados de las Fuerzas Armadas lo homenajea con un multitudinario asado en la Residencia Presidencial. En horas de la noche, tiene lugar un festejo más íntimo en la casa de Gaspar Campos.
Por esos mismos momentos, un diario español publica un reportaje reciente, en el que el General torna a referirse al conflictivo tema del enfrentamiento interno en el peronismo: "son celos dentro de nuestro Movimiento -afirma-. Los obreros son la columna vertebral, y los jóvenes que piensan incorporarse y tienen también aspiraciones justas, difieren a veces entre sí. Lo que sí me afligiría es que no hubiera entusiasmo o decisión en la juventud". Es evidente que Perón extrema esfuerzos para enviar un mensaje a las bases juveniles mientras cierra la maniobra de enfrentamiento con las cúpulas.
El 12 de octubre de 1973, dieciocho años después de haber sido desplazado del poder, Perón asume la presidencia por tercera vez. En horas de la mañana se lleva a cabo la ceremonia de juramento en el Congreso, frente a la Asamblea Legislativa.
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El pueblo rumbo a la Plaza de Mayo, el 12 de octubre de 1973. |
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Asume Perón |
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Asunción de Perón. |
Además de los legisladores, gobernadores, ministros y funcionarios, asisten al acto representantes de la Iglesia, la CGT, los partidos políticos y todos los ex presidentes civiles: Frondizi, Guido, Illia y Cámpora. Tras el discurso de José Antonio Allende -vicepresidente primero del Senado-, Perón e Isabel prestan juramento "por Dios y estos Santos Evangelios". Luego se trasladan a la Casa Rosada, donde Raúl Lastiri hace entrega a Perón de los atributos del mando: el bastón y la banda presidencial.
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Asunción de Perón. |
Después -como no ocurría desde 1955- Perón se dirige a su pueblo en la histórica plaza. Una ovación atronadora saluda su presencia en el balcón, pero un grueso vidrio blindado borronea su figura a los ojos de la multitud y lo separa de ella. Esa circunstancia, inconcebible en otros tiempos, da la medida del tenso clima que se respira en el país.
De todas formas, sus palabras invitarán -una vez más- a la pacificación: "Espero que todos los argentinos, de cualquier matiz político que sean, comprendan que en la paz que podamos mantener y en el trabajo fecundo que debemos realizar, esta precisamente ese destino que tenemos la obligación de defender".
Perón mantiene sin modificaciones el gabinete que ha acompañado la breve gestión de Lastiri, pero designa en la secretaría general de la presidencia a Vicente Solano Lima. Poco después del 17 de octubre como "Día de la Lealtad", pero disponiendo que el mismo sea laborable y se trasladen los festejos al domingo siguiente.
En los días posteriores a su asunción, Perón inicia una intensa actividad destinada a ampliar las bases de la política de concertación a la que convoca a los distintos sectores del país. El 25 de octubre se entrevista con los integrantes de la Comisión de Política Concertada para el Agro, a quienes invita a comprometerse en el esfuerzo productivo que -a su juicio- convertirá a la Argentina en proveedora privilegiada de granos y proteínas para un mundo que -agotadas sus fuentes naturales- ha de demandarlas en modo creciente.
Ese mismo día visita la CGT y se explaya sobre la necesidad de activar la formación de dirigentes. Asimismo, se refiere al imperativo de establecer vinculaciones con las organizaciones sindicales latinoamericanas. El 2 de noviembre, de nuevo en la Central Obrera, habla sobre el papel político que cabe al sindicalismo: "He sostenido permanentemente que la política es sólo un medio para dar la posibilidad de que hombres salidos del pueblo puedan tomar en sus manos el destino de la Nación y llevarla hacia los grandes objetivos que perseguimos (...).”
Las organizaciones sindicales no sólo no pueden renunciar a su acción política, sino que incluso la deben administrar inteligentemente, para que jamás ese factor de poder que invisten se debilite por el apartamiento de una función que es fundamental para la base popular que representan".
El 29 de octubre también se ha entrevistado con miembros de la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal. El 10 de noviembre el presidente se traslada a Puerto Belgrano, acompañado por los comandantes de las tres armas, para asistir a operaciones de despegue y abordaje en el portaaaviones 25 de Mayo.
En esa oportunidad, en presencia de los citados jefes y de altos oficiales de la Marina, Perón vuelve a exhortar a la unión nacional: "El egoísmo de los hombres -dice- conduce siempre a los más graves errores y a los más profundos desaciertos. Quiera Dios que nosotros no incurramos en esos desaciertos, que no sigamos enfrentándonos entre argentinos, que lo hacemos por pamplinas que no tienen valor ni importancia, despreciando esos enormes objetivos que tenemos delante nuestro, con cuya responsabilidad y conciencia, por lo menos, hemos de presentarnos ante el futuro... ".
El 11 de noviembre Perón reúne en Olivos a los integrantes de la Hora del Pueblo, buscando profundizar los acuerdos que permitan llevar adelante la concertación y la política económica contenida en el Plan Trienal, que se dará a conocer en pocos días más.
Dos días después tiene lugar una reunión política más formal en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, a la que también asisten representantes de la CGT, la CGE y las 62 Organizaciones. Perón habla allí de la necesidad de establecer una "democracia integral", posibilitando una amplia colaboración entre los partidos políticos y el gobierno. "Nadie esta exento-dice- de la responsabilidad que cabe a cada uno de nosotros en el ejercicio del poder. Nosotros no nos consideramos en el poder, sino que consideramos a las fuerzas políticas en el poder".
En todos esos movimientos de Perón está presente su idea de la comunidad organizada. Una amplia convergencia participativa de todos los sectores de la vida nacional, a través de sus instituciones representativas: el movimiento obrero, el empresariado nacional, los partidos políticos, las Fuerzas Armadas y la Iglesia. Reconstruir el país y avanzar en los cambios estructurales que el peronismo se propone, implica una acumulación de fuerzas que Perón confía en lograr a partir de esa amplia convocatoria.