A su regreso al país, Cámpora convocó a las distintas fuerzas sociales a una tregua basada en una propuesta de cinco puntos: 1) afirmación del objetivo de la liberación nacional; 2) vigencia de las coincidencias alcanzadas en la Hora del Pueblo; 3) tregua política y social; 4) continuidad del orden jurídico y 5) participación de las Fuerzas Armadas dentro de la Constitución.
La convocatoria tuvo favorable acogida, aún entre sectores y entidades tradicionalmente antiperonistas como la UIA, la Sociedad Rural o la Cámara de Comercio. El 22 de mayo casi todos los partidos políticos -con la exclusión de los identificados con la derecha liberal- suscribirían un acta basada en los cinco puntos. Sin embargo, no todo era tan auspicioso.
La segunda vuelta electoral, que debió llevarse a cabo el 15 de abril en la Capital Federal y varias provincias, produjo algunos resultados indeseados para el peronismo. En Neuquén se impuso Felipe Sapag, con su Movimiento Popular Neuquino -neoperonista- contra la fórmula propiciada por el FREJULI. En Santiago del Estero ganó Carlos Juárez, peronista disidente. Pero el más serio revés fue el sufrido en la ciudad de Buenos Aires, donde estaba en disputa una banca de senador.
La Capital, con especial peso de las clases medias, era un distrito difícil para el peronismo. Tal vez obró también una desafortunada elección del candidato, Marcelo Sánchez Sorondo, vinculado al nacionalismo tradicional. Pero lo cierto es que el radical Fernando de la Rúa se alzó con la victoria y los simpatizantes de su partido pudieron tener su festejo, haciendo sonar bocinas en la noche porteña.
Al promediar abril el diario "Clarín" -de orientación desarrollista- se hace eco de críticas formuladas por un sector del radicalismo y por el gobernador electo de Neuquén contra Abal Medina. De inmediato, las 62 Organizaciones y la CGT, conjuntamente con la juventud peronista, salen en defensa del secretario general del Movimiento a través de una solicitada.
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Manifestaciones juveniles. |
El 18 de abril, durante el acto de lanzamiento de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), Rodolfo Galimberti -secretario de la Juventud en el Consejo Superior Peronista- convocó a la creación de las Milicias para la Reconstrucción Nacional y dijo que "la juventud peronista es una fracción del frente de masas cuya columna vertebral es la clase obrera".
Juan Manuel Abal Medina, presente en ese acto, expresó a su vez que "la sangre derramada no va a ser negociada. Estamos diciendo que el 25 de mayo van a estar en libertad todos los compañeros presos (...) vamos a terminar en serio con el imperialismo yanqui, con el capitalismo y con la oligarquía que le sirve de sostén.".
En algunos sectores de la opinión pública y en las Fuerzas Armadas, hipersensibilizadas por las posturas crecientemente radicalizadas de los grupos juveniles del peronismo, las declaraciones de ambos dirigentes causan una gran conmoción. Para colmo, tres días atrás, Cámpora se ha mostrado en los balcones de la sede justicialista alzando un brazo de Galimberti y otro de Abal Medina, en señal de triunfo.
Evidentemente, esas afirmaciones han trascendido los límites de la prudencia, en un momento en que se hace necesario cerrar filas y evitar pasos en falso, que inevitablemente serán aprovechados por el enemigo.
Galimberti y Abal Medina se ven obligados a viajar a Madrid el 27 de abril. El 29 tiene lugar una reunión con Perón, en la que participan también otros dirigentes. Galimberti es objeto de severos reproches por su referencia a las "milicias", y se ve obligado a presentar su renuncia como representante de la juventud en el Consejo Superior, que Perón acepta.
También hay críticas de Perón a Abal Medina, por errores políticos que habrían incidido en la derrota electoral en la Capital Federal. El secretario general ofrece, asímismo, su dimisión, pero ésta es rechazada por el General, que lo incita a permanecer en el cargo y continuar adelante con la tarea de reorganización del Movimiento.
En el mes de mayo la violencia reaparecería en forma inquietante, a pocos días de la fecha fijada para que asumieran las nuevas autoridades. Al secuestro del contralmirante Francisco Aleman, le siguió el atentado que produjo la muerte de su par Hermes Quijada, perpetrado por una fracción del ERP (22 de agosto) en represalia por los sucesos ocurridos en la base naval de Trelew. El jefe naval fue muerto a tiros mientras circulaba en su automóvil, por un motociclista.
El 22 de mayo se producía el asesinato del secretario general del SMATA, Dirck H. Kloosterman, dirigente alineado en la ortodoxia y opositor al sindicalismo clasista de los mecánicos cordobeses.
La violencia, que en muchos casos provenía de sectores no peronistas (como el ERP) produciría reacciones que tendrían por destinatarios a los militantes de la izquierda peronista. Crecía el número de quienes pretendían suplantar la política por las balas.
El peronismo tendría por delante una tarea difícil: evitar desbordes, ensanchar su consenso, establecer el orden y la pacificación para afirmarse en el poder. Pero todo ello sin renunciar a su identidad revolucionaria y diferenciándose de aquellos que sólo concebían el cambio por el camino de la violencia.
El 25 de mayo de 1973, con gesto resignado, Lanusse hacía entrega de las insignias del mando a Héctor Cámpora. Al igual que al conocerse los resultados de las elecciones, una multitud se volcó a las calles para el esperado festejo.
¡Se había acabado la dictadura! ¡Se iban los militares y nunca volverían...!
Los jóvenes identificados con la Tendencia Revolucionaria aclamaban al "Tío" que asumía el gobierno, y con él llegaba Perón al poder. Los nutridos contingentes de la juventud Peronista prevalecían en la Plaza de Mayo y sus aledaños, dando la tónica de la jornada con sus consignas y sus banderas, identificadas con los grupos guerrilleros peronistas.
No tardarían en producirse algunos choques con los militantes del sindicalismo ortodoxo, en torno a la pugna por los espacios físicos y la contraposición de consignas: la "patria socialista" y la "patria peronista".
Era el presagio de un enfrentamiento que resultaría dramático para el peronismo, porque implicaría a aquellas fuerzas en las que Perón esperaba poder asentar su proyecto transformador: los sectores juveniles y el movimiento obrero organizado.
Por el momento, sin embargo, el enfrentamiento se diluyó en la oposición al adversario común: las actitudes provocativas de algunos militantes juveniles produjeron incidentes con las fuerzas policiales. Hubo gases, pero la generalizada actitud hostil hacia las fuerzas de seguridad evitó que la represión pasara a mayores.
La misma Juventud Peronista tenía a su cargo el control y la organización de la concurrencia, utilizando un sistema de parlantes. Sus militantes, identificados con brazaletes, intentaban mantener cierto orden. No obstante, no pudo evitarse que se produjeran desbordes e incidentes, como el que tuvo lugar con la custodia del almirante Coda -comandante de la Armada- ante un intento de agresión.
La junta Militar fue objeto de gritos hostiles y el ministro Mor Roig no pudo abrirse paso para asistir a la ceremonia. Tampoco pudo llevarse a cabo el desfile militar previsto, y el secretario de Estado norteamericano, William Rogers -enviado por su gobierno para presenciar la asunción de las nuevas autoridades- fue abucheado por el público y no pudo llegar a la Casa Rosada. En cambio, serían aclamados Salvador Allende y Osvaldo Dorticós -presidentes de Chile y Cuba- que suscribirían el acta junto a Cámpora.
Por la mañana, el nuevo presidente había dirigido a ambas Cámaras un extenso mensaje. Entre otros conceptos, dijo: "La pacificación del país requiere el olvido de odios y la aplicación de las energías hasta hoy consumidas en la lucha fratricida, para la ingente tarea de la reconstrucción nacional.
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Asunción de Cámpora. |
En esto radica el primer fundamento de la amnistía amplia y generosa que promoveremos. El Poder Ejecutivo no comparte el criterio de utilizar como remedio para la violencia política el empleo de la violencia adicional a la pena (...). Partimos de una verdad evidente: la violencia es el síntoma de una sociedad injusta.
Entonces removamos la injusticia pero no pongamos en la cárcel a nuestros jóvenes. Que no sean aquellos los que paguen con el bien precioso de su libertad el precio por los privilegios que quieren ser mantenidos (...). El poder Ejecutivo considera que la cuestión de la pacificación nacional es el problema prioritario que debe resolverse sin dilaciones, para encarar, bajo el signo de la conciliación nacional, la gran tarea de reconstruir la Patria".
Luego, Cámpora habló al pueblo desde los balcones de la casa de Gobierno: instó a mantener la calma, e hizo referencia a los que "han querido provocar y distorsionar esta fiesta". Terminó solicitando -como Perón muchos años atrás- "de casa al trabajo y del trabajo a casa". Más tarde, en un mensaje difundido por la cadena de radio y televisión, renovó sus recomendaciones, exhortando a la calma "a los compañeros y a las fuerzas de seguridad".