El país se encaminaba hacia las elecciones generales, en las que el peronismo -por primera vez desde 1955- podría participar con sus propios candidatos. Ya nadie se le ocultaba que era el principal protagonista de esa instancia política. El otro partido con posibilidades electorales, la Unión Cívica Radical (que presentaba la fórmula Balbín-Gammond), sólo podía especular con capitalizar el voto antiperonista en una hipotética segunda vuelta.
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El padre Mugica en el programa televisivo El Pueblo Quiere Saber. |
Y esa misma vuelta entraba en los cálculos del resto de las agrupaciones, esperanzadas en negociar eventuales apoyos y espacios de poder: la Alianza Revolucionaria Popular, una coalición de centroizquierda que impulsaba el binomio Oscar Alende- Horacio Sueldo y la Alianza Popular Federalista, integrada por la democracia progresista y un conjunto de fuerzas provinciales de orientación conservadora, nucleadas en torno a la fórmula Manrique-Martínez Raymonda.
El Partido Socialista de los Trabajadores (escisión trotskysta del socialismo argentino) impulsaba la candidatura de Coral y el Frente de Izquierda Popular (izquierda nacional) la de Jorge Abelardo Ramos. El Partido Socialista Democrático, cuya fórmula encabezaba Américo Ghioldi, aparecía ideológicamente más cercano a la derecha liberal. El Partido Comunista, por su parte, integraba la Alianza Revolucionaria Popular.
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Acto del FREJULI. |
Además de la agrupación encabezada por Manrique, la derecha podría dividir sus preferencias entre la Nueva Fuerza, denominación que encubría al Partido Cívico Independiente de Alvaro Alsogaray y que levantaba la candidatura de Julio Chamizo, y la fórmula integrada por el brigadier Ezequiel Martínez y Leopoldo Bravo, sustentada en partidos provinciales y con el indisimulado beneplácito de Lanusse.
El 20 de enero, al exponer el programa del FREJULI ante un conjunto de dirigentes y candidatos, Héctor Cámpora diría: "Voy a llegar al gobierno en virtud de un mandato que ustedes conocen. No lo he buscado ni querido, pero lo he recibido modestamente y lo cumpliré, con energía, hasta el final, en beneficio de mis compatriotas. He recibido ese mandato por una condición personal que, entre otras cosas, ha caracterizado toda mi vida."
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Candidatos y discurso de Ricardo Balbín. |
"Algunos la consideran un defecto, otros una virtud y de las más honrosas en cualquier hombre. Voy a hablarles, en primer término, de la lealtad. Lealtad total incondicional a mi patria, lealtad total incondicional a mi movimiento. Lealtad total incondicional a mis verdaderos amigos. Considero que el más grande de ellos es el general Perón y le he sido leal durante el gobierno y desde el llano. A esta lealtad personal se suma la lealtad especial que merece un jefe."
Al día siguiente, en San Andrés de Giles, se lanzaba la campaña electoral del FREJULI. Rápidamente, el peronismo ganó la calle, relegando prácticamente a los demás partidos al uso de los medios de difusión. La falta de medios económicos cuantiosos fue compensada por el entusiasmo de millares de militantes, que munidos de aerosoles -como en 1946 fueran la tiza y el carbón- llenaron los muros con sus consignas: "Cámpora al gobierno, Perón al Poder", "Liberación o dependencia".
"Fue un acto en el que se destacaba una sola presencia: el pueblo. Constituyó una verdadera movilización popular que con precarios medios de transporte y su entusiasmo, dio el tono a decenas de actos en todo el país", diría Cámpora. Los déficits generados por la campaña en varias provincias, pudieron ser salvados merced al aporte de algunos sectores del empresariado nacional (nucleados en la CGE) -principalmente- de la Unión Obrera Metalúrgica y la CGT, a través del apoyo de Rucci y Lorenzo Miguel.
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Las elecciones del 11 de marzo de 1973. |
Ese sector del sindicalismo -dominante en las 62 Organizaciones- participó activamente de la campaña, aún cuando el tono de la misma lo dieran las agrupaciones juveniles de la izquierda peronista, con sus radicalizadas consignas y sus apelaciones al "socialismo nacional". En cambio, aparecía casi eclipsada la línea participacionista del gremialismo, encabezada por Rogelio Coria, que siempre había apostado al no retorno de Perón.
Acertadamente -y como era lógico- el peronismo centro la campaña en la oposición al régimen (no a las Fuerzas Armadas sino a la "camarilla militar" que había caracterizado Perón), mostrándose respetuoso hacia la oposición política. Como en 1946 el enemigo habia sido Braden, ahora lo era Lanusse.
La nota curiosa estuvo a cargo de la Nueva Fuerza, que desarrolló una campaña de costos multimillonarios, inédita en la Argentina, conforme al mejor estilo norteamericano. Se trataba de vender la política como un producto enlatado. Los resultados serían por demás magros...