Sin embargo, los buenos auspicios para los planes de Lanusse no durarían. En Diciembre de 1971, Perón puso fin súbitamente a la gestión de Paladino como representante personal. La medida resultó sorpresiva para muchos, pero se veía venir.
Ya en Octubre, el Mayor Pablo Vicente había viajado a Madrid para dar cuenta a Perón de las quejas existentes con el proceder de Paladino. “En un congreso realizado en Rosario -narra Vicente- se cuestionó muy duramente a Paladino. Se me encomendó ir a ver a Perón; el General nos enfrentó a Paladino y a mí: él sólo se limitó a escuchar a ambas partes; esa fue la última vez que Paladino vio a Perón”.
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Reportaje a Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro sobre el GAN. |
Indudablemente, Paladino aparecía como un negociador en exceso comprometido con la arquitectura del acuerdo que pretendía erigir Lanusse. No serían pocas las voces que se alzarían para señalar que actuaba con demasiada independencia, si sujetarse en modo alguno a las instrucciones provenientes de Madrid. Principalmente desde sectores combativos, se repetía con frecuencia que “Paladino no era el delegado de Perón ante Lanusse, sino el delegado de Lanusse ante Perón”.
Una versión no enteramente confirmada, da cuenta de que funcionarios del gobierno habían hecho llegar a manos de Perón una cinta grabada de una conversación entre el delegado y Lanusse, donde aquel incurría en expresiones lujuriosas hacia el jefe justicialista.
Lo cierto es que, por uno u otro motivo, Perón decidió desplazar a Paladino y designar en su lugar a Héctor Cámpora. Al mismo tiempo, procedió a la reorganización del Consejo Superior Peronista, mediante la inclusión de Rodolfo Galimberti, Julián Licastro y el mismo Cámpora.
Sin duda, conviene atender antes al sentido político que a la anécdota: el reemplazo de Paladino por Cámpora y las designaciones en el Consejo Superior denotaban una inequívoca corrección del rumbo. Había llegado el momento de endurecer nuevamente las posiciones frente al gobierno de Lanusse, desbaratando sus ilusiones acuerdistas.
Cámpora era una figura sin demasiada luz propia dentro del Movimiento, pero exhibía una lealtad incondicional hacia Perón. A partir de ese momento, Lanusse ya no podría pensar en negociar nada a espaldas del jefe del justicialismo. Y el endurecimiento progresivo de Perón, tanto en sus actitudes como en sus declaraciones, pondría de manifiesto que el mejor momento del Gran Acuerdo Nacional –si es que había existido- ya había pasado.
El cuestionamiento a Paladino provenía tanto del ámbito sindical como de los sectores juveniles recientemente incorporados al peronismo, cuya creciente combatividad se avenía mal con el dialoguismo exhibido por quien hasta ese momento se desempeñaba como delegado de Perón.
Pero ¿A qué obedecía la designación de Cámpora?. Su probada condición de hombre leal, constituía de por sí una explicación. Pero además, Cámpora no aparecía hasta entonces comprometido con ningún sector en especial. Representaba un equilibrio necesario, en una instancia en que Perón debía mantener unificado el movimiento detrás de su jefatura y presentar a Lanusse un frente sin fisuras. Es verdad que de allí en más -y tal vez por su carencia de sustento propio- sería crecientemente rodeado por los jóvenes radicalizados, al punto que Lanusse lo calificaría de “punta de lanza del montonerismo”.