(3) La muerte del GAN 

Sin embargo, los buenos auspicios para los planes de Lanusse no durarían. En Diciembre de 1971, Perón puso fin súbitamente a la gestión de Paladino como representante personal. La medida resultó sorpresiva para muchos, pero se veía venir.

Figura 10:
 
Tapa de Cristianismo y Revolución del mes de Septiembre de 1971.

Ya en Octubre, el Mayor Pablo Vicente había viajado a Madrid para dar cuenta a Perón de las quejas existentes con el proceder de Paladino. “En un congreso realizado en Rosario -narra Vicente- se cuestionó muy duramente a Paladino. Se me encomendó ir a ver a Perón; el General nos enfrentó a Paladino y a mí: él sólo se limitó a escuchar a ambas partes; esa fue la última vez que Paladino vio a Perón”.

Duración: 1 minuto
 
 
Reportaje a Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro sobre el GAN.
 
 

Indudablemente, Paladino aparecía como un negociador en exceso comprometido con la arquitectura del acuerdo que pretendía erigir Lanusse. No serían pocas las voces que se alzarían para señalar que actuaba con demasiada independencia, si sujetarse en modo alguno a las instrucciones provenientes de Madrid. Principalmente desde sectores combativos, se repetía con frecuencia que “Paladino no era el delegado de Perón ante Lanusse, sino el delegado de Lanusse ante Perón”.

Figura 11:
 
Perón recibe en la Quinta 17 de octubre la visita de Rucci y Cámpora entre otros dirigentes.

Una versión no enteramente confirmada, da cuenta de que funcionarios del gobierno habían hecho llegar a manos de Perón una cinta grabada de una conversación entre el delegado y Lanusse, donde aquel incurría en expresiones lujuriosas hacia el jefe justicialista.

Figura 12:
 
Perón anticiparía la burda maniobra política de Lanusse, con la formación de la Hora del Pueblo.

La Hora del Pueblo

Lo cierto es que, por uno u otro motivo, Perón decidió desplazar a Paladino y designar en su lugar a Héctor Cámpora. Al mismo tiempo, procedió a la reorganización del Consejo Superior Peronista, mediante la inclusión de Rodolfo Galimberti, Julián Licastro y el mismo Cámpora.

Figura 13:
 
Isabel recibe un regalo de Giancarlo Elía Valori, hombre de negocios italiano. Junto a ellos, Perón y López Rega.

Sin duda, conviene atender antes al sentido político que a la anécdota: el reemplazo de Paladino por Cámpora y las designaciones en el Consejo Superior denotaban una inequívoca corrección del rumbo. Había llegado el momento de endurecer nuevamente las posiciones frente al gobierno de Lanusse, desbaratando sus ilusiones acuerdistas.

Figura 14:
 
Perón rodeado en Madrid de varios integrantes de la nueva dirigencia. Entre ellos Ignacio Rucci, Lorenzo Miguel, Casildo Herreras y Héctor Cámpora.

Cámpora era una figura sin demasiada luz propia dentro del Movimiento, pero exhibía una lealtad incondicional hacia Perón. A partir de ese momento, Lanusse ya no podría pensar en negociar nada a espaldas del jefe del justicialismo. Y el endurecimiento progresivo de Perón, tanto en sus actitudes como en sus declaraciones, pondría de manifiesto que el mejor momento del Gran Acuerdo Nacional –si es que había existido- ya había pasado.

Figura 15:
 
En una de sus habituales ruedas de prensa en Puerta de Hierro, Perón aparece con un grupo de mexicanos y con Juan Fernández Figueroa director de la revista española Indice.

El cuestionamiento a Paladino provenía tanto del ámbito sindical como de los sectores juveniles recientemente incorporados al peronismo, cuya creciente combatividad se avenía mal con el dialoguismo exhibido por quien hasta ese momento se desempeñaba como delegado  de Perón. 

Figura 16:
 
Rodolfo Galimberti dirigente de la Juventud Peronista incorporado por Perón al Consejo Superior del Partido Justicialista.

Pero ¿A qué obedecía la designación de Cámpora?. Su probada condición de hombre leal, constituía de por sí una explicación. Pero además, Cámpora no aparecía hasta entonces comprometido con ningún sector en especial. Representaba un equilibrio necesario, en una instancia en que Perón debía mantener unificado el movimiento detrás de su jefatura y presentar a Lanusse un frente sin fisuras. Es verdad que de allí en más -y tal vez por su carencia de sustento propio- sería crecientemente rodeado por los jóvenes radicalizados, al punto que Lanusse lo calificaría de “punta de lanza del montonerismo”.

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