Mientras tanto, en Buenos Aires, se llevaban a cabo los preparativos para recibir a Perón. Se preparaba una inmensa movilización popular, tanto por parte de las organizaciones juveniles como de los sindicatos. También podía preverse una enorme concurrencia espontánea, facilitada por el gobierno que dispondría transporte gratuito desde todos los puntos del país.
Duración: 1 minuto |
|
20 de junio: la fiesta popular en Ezeiza |
En las inmediaciones de las facultades de la Universidad de Buenos Aires se preparan fogones, para reunir a los jóvenes que concurrirán encolumnados a Ezeiza. A lo largo de la autopista Ricchieri se levantan carpas y se instalan puestos sanitarios, se colocan altoparlantes.
Desde el día 19 van llegando contingentes provenientes del interior, que son trasladados por centenares de colectivos desde las estaciones ferroviarias. Por la mañana del 20, inmensas columnas de gente avanzan hacia la autopista que conduce a Ezeiza. En la intersección de la autopista Ricchieri y la Ruta 205 se levanta el palco al cual pugna por acercarse esa marea humana. Desde allí -según se ha programado- se dirigirá Perón a su pueblo.
Duración: 1 minuto |
|
Ezeiza, la fiesta popular. |
Si los sectores juveniles de la izquierda peronista habían prevalecido en la organización del acto de asunción de Cámpora, en esta oportunidad las cosas serían diferentes. Por lo pronto, en la Comisión Organizadora figuraban representantes de los sectores ortodoxos: Norma Kennedy, Alberto Brito Lima y el coronel Jorge Osinde, secretario de Deportes, que tendría a su cargo la seguridad del acto, excluyendo de la misma a las fuerzas policiales.
Ya desde la mañana del 20 de junio, la inmensa concurrencia se distribuía sobre la avenida, así como en los bosques adyacentes. Fogatas, bombos y estribillos, en el país, saludarían el reencuentro de Perón con su pueblo. Pero la violencia estaba agazapada. Era evidente que los distintos sectores en que se dividía el peronismo, pugnarían por aportar su presencia masiva y prevalecer sobre el ánimo de Perón a través de una "primera impresión". Eso daría lugar a una lucha por la ubicación en los sitios adyacentes al palco.
Desde el día anterior, los primeros lugares habían sido copados por militantes de la Juventud Sindical y el Comando de Organización, con la consigna de impedir la proximidad de los grupos identificados con la "Tendencia Revolucionaria" y Montoneros.
Duración:
1 minuto |
|
Los enfrentamientos en Ezeiza. |
Hacia las14 horas -ya se habían producido algunos incidentes serios- una nutrida columna que portaba carteles de FAR y Montoneros arribó a las cercanías del palco. Poco después se iniciaba un intenso tiroteo. Aparentemente, desde el palco oficial, la gente de Osinde respondía a una agresión proveniente de un bosque a unos 150 metros.
Mientras la gente se protegía arrojándose a tierra, el tableteo de las ametralladoras empañaba luctuosamente la fiesta popular. El intercambio de disparos se prolongó por espacio de 45 minutos.
Ya sobre la hora prevista para el arribo de Perón, varios jóvenes subieron a unos árboles situados en las cercanías del palco. Avistados por la custodia, se les conminó a descender en el término de diez segundos. Transcurrido el plazo, recomenzaron los disparos, respondidos desde la arboleda.
En esas circunstancias, el vicepresidente en ejercicio de la presidencia, Vicente Solano Lima, consideró oportuno comunicarse con el avión de Aerolíneas Argentinas que traía a Perón, disponiendo que el mismo aterrizara en la base aérea militar de Morón. Allí tocó tierra el jefe justicialista, a las 16.45 horas.
Duración: 9,24 minutos |
|
Los enfrentamientos. Cortesía de Roberto Di Chiara |
En Ezeiza, el infierno continuaba. Leonardo Favio -uno de los animadores oficiales- solicitaba donantes de sangre por los parlantes, ya las seis de la tarde arreciaba nuevamente el tiroteo.
Con las primeras sombras, comenzaba la silenciosa desconcentración de la gente, ya enterada de que Perón había aterrizado en otro sitio. La jornada culminaba con un lamentable saldo de muertos y heridos. Después, llegaría el turno a las mutuas acusaciones y la imputación de responsabilidades.
Muchos acusarían al ministro del Interior, Righi, por supuesta negligencia en sus funciones. Este se defendería destacando que la responsabilidad de mantener la seguridad en el acto había quedado a cargo de Osinde.
El Consejo Superior de la Juventud Peronista señalaba la culpabilidad de Osinde, Norma Kennedy y Brito Lima: "La organización del acto estuvo destinada a impedir el encuentro de Perón con su pueblo (…). Hasta tanto esas bandas armadas, comandadas por el coronel Osinde, se interpongan entre Perón y el pueblo estos incidentes estarán permanentemente al día.
Durante estos 18 años tuvimos un enemigo identificado en la camarilla militar. En estos momentos nuestros enemigos son también, y quizás con mayor peso, estos sectores contrarrevolucionarios aliados a la CIA, al sindicalismo traidor y que utilizan a otros sectores del Movimiento como carne de cañón”.
Otra era la versión del vicepresidente, Solano Lima: “Lo que sucedió en Ezeiza el día en que retornaba Perón fue un intento de golpe de estado que posiblemente iba a tener como consecuencia la muerte de mucha gente y no se si estaba premeditado también el asesinato de Perón (...). En Ezeiza había un gentío enorme, pero esa multitud estaba en un estado de indefensión ya que no había policías ni fuerzas del Ejército o Gendarmería.
“A eso de media mañana se oyeron tiros y a las doce y media había ya diez muertos y una cantidad indeterminada de heridos. El tiroteo era alrededor de la tribuna en que iba a hablar Perón (...) la puja se dio entre la juventud socialista y los obreros peronistas (...). Había francotiradores en la copa de los árboles y a sus pies también los había con armas largas... "
Nunca se llegaría a establecer con exactitud el número de víctimas minimizado por unos, exagerado por otros-, como tampoco sería fácil determinar culpabilidades ni saber quién hizo el primer disparo. Pero lo cierto es que estaban las armas -y con toda evidencia- la decisión de usarlas.
Había dos concepciones antagónicas, y quienes las sustentaban creían que el modo de imponer las propias consistía en la eliminación física del adversario. Ese cruento enfrentamiento marcaba la imposibilidad de un acuerdo imprescindible y presagiaba tragedias futuras.
Algunas versiones hablan de una micro blindado o camión donde viajaba Galimberti con el firme propósito de acercarse al palco “de cualquier forma”.
Además sería ingenuo descartar que agentes extranjeros aprovecharían la oportunidad para desatar un enfrentamiento entre los extremos del movimiento. La primer agresión partió desde los árboles de un bosque donde algunos testimonios hablan de sofisticadas armas y gente “extranjera”.