(2) La ideología del régimen

Los discursos iniciales del presidente no aclararían demasiado la ideología sustentada por el nuevo gobierno, ni sus intenciones concretas. Abundancia de consideraciones morales y vagas referencias a un "cambio de estructuras". La Revolución "se propone realizar la transformación que el país exige". El gobierno impulsará un plan de "reconciliación y reconstrucción". Tampoco eran muy explícitas las Políticas del Gobierno Nacional enunciadas en la proclama del 28 de junio, aunque sí quedaba clara la intención de "neutralizar la infiltración marxista y erradicar la acción del comunismo". 

El 9 de julio, en un discurso pronunciado en Tucumán, Onganía exaltó la necesidad de una "solidaridad armónica", por oposición a las "divisiones subalternas". 

Figura 17:
 
Perón e Isabel en un restaurant  de Madrid.

¿Quién era, realmente, Onganía y qué se proponía? Este general del arma de Caballería, era un austero profesional sin experiencia política alguna. Contrariando la imagen de flexibilidad, eficacia y modernidad que le habían otorgado los medios golpistas, era más bien un católico preconciliar, tradicionalista y anticomunista obsesivo. Al igual que buena parte de los hombres de los que se rodearía en el gobierno, había frecuentado los cursillos de cristiandad, que contribuían a sustentar su ideología "integrista". Amante del orden, la autoridad y la disciplina, detestaba la demagogia. 

Creía que la política partidaria era una práctica facciosa, y que era necesario inculcar a la sociedad un nuevo concepto de solidaridad, por encima de los intereses sectoriales, de la cual nacería el orden futuro. Todo esto debería llevarse a cabo ejerciendo una autoridad paternalista y tutelar sobre las clases y los grupos, que habrían de deponer sus apetencias en pro del interés común. 

Figura 18:
 
Isabel inaugura en el salón Azul del club Boca Juniors de Buenos Aires el Congreso Nacional de la rama femenina del Partido Justicialista.

Pero no estaba claro qué política económica sería la expresión de esos proyectos. Si el nuevo orden parecía exigir el disciplinamiento de la clase trabajadora -cuyos dirigentes gozarían del favor del régimen, siempre que se avinieran a colaborar sin pedir nada a cambio-, también requeriría que el empresario limitara sus apetitos de ganancias rápidas, porque las concepciones doctrinarias de Onganía condenaban el lucro desmedido. 

Figura 19:
 
El periodista Bernardo Neustad: “Detrás de Onganía, queda la nada. El vacío, el abismo último.”

Pero los sectores empresarios que habían prestado su apoyo a la Revolución no se inquietaban demasiado: confiaban -con razón- en que sólo se cumpliría la primera parte, y en que no tardarían en acceder al control de todos los resortes de la economía. Por lo demás, el nacionalismo de Onganía parecía limitarse a su aversión por el comunismo, sin desechar un sólido alineamiento occidental y un diálogo fluido con los Estados Unidos. 

Figura 20:
 
Mariano Grondona: "La Nación y el caudillo se buscan entre mil crisis, hasta que, para bien o para mal, celebran su misterioso matrimonio".

Tal el hombre en el que muchos creían ver la solución para la insanable inestabilidad política argentina. Bernardo Neustad afirmaba en la revista Extra: "Detrás de Onganía, queda la nada. El vacío, el abismo último. Onganía hace rato que probó su eficiencia. La de su autoridad. La del mando. Si organizó un ejército desteñido de orden, ¿por qué no puede encausar el país? Puede y debe. Lo hará". Y Mariano Grondona, con más lirismo: "La Nación y el caudillo se buscan entre mil crisis, hasta que, para bien o para mal, celebran su misterioso matrimonio". 

La arquitectura del poder

Onganía pudo integrar su primer gabinete con varios colaboradores que respondían a su orientación ideológica. Lo era el ministro del Interior, Enrique Martínez Paz, como también su subsecretario, José Manuel Saravia. Asimismo, logró cierta influencia sobre el gobierno el círculo nacionalista Ateneo de la República: eran miembros del mismo el Canciller, Nicanor Costa Méndez y el secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Mazzinghi, así como varios embajadores. 

En el ministerio de Economía -uno de los puestos claves del gabinete- fue ubicado otro hombre afín a las ideas del presidente: Jorge Salimei. empresario católico del ramo alimentario, vinculado también al Banco de Boulogne, pero sin conexiones con las finanzas internacionales. De concepciones gradualistas, era partidario de cierto intervencionismo estatal y opuesto al liberalismo clásico. Todas las secretarías dependientes del ministerio fueron confiadas a empresarios, aunque algunos de ellos de la misma línea de pensamiento que Salimei. 

Figura 21:
 
El general Perón, Isabelita y José Lopez Rega pasean por la comercial calle de Serrano de Madrid.

El liberalismo no había logrado copar el gabinete, pero tampoco estaba ajeno al gobierno. Alvaro Alsogaray había sido nombrado embajador en los Estados Unidos, y su influencia se advertía en la designación de algunos secretarios del área económica. 

El gobierno se mostró deseoso de llevar adelante los "cambios estructurales" anunciados, modificando los organismos estatales. Se creó un sistema de planeamiento integrado por el CONADE (Consejo Nacional de Desarrollo), el CONASE (Consejo Nacional de Seguridad) y el CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Técnica). Asimismo, se redujo a cinco el número de ministerios: Interior, Relaciones Exteriores y Culto, Economía y Trabajo, Defensa y Bienestar Social. Cultura y Educación, Justicia y Comunicaciones, fueron convertidas en secretarías dependientes del ministerio del Interior. 

Duración: 1 minuto
 
 
El general Onganía en actividades protocolares.
 
 

Este afán de modificaciones superestructurales, llevaría a Perón a señalar algún tiempo después, en carta a Rodolfo Puiggros: "si algunos de los que dirigen la Revolución Argentina tienen ideas acordes con la evolución, lo disimulan muy bien, porque suprimir los partidos políticos como forma de ataque al demoliberalismo y mantener los sistemas económicos, es atar los caballos detrás del carro, porque para demostrar un sistema no es suficiente con atacar las formas de su existencia, sino que es preciso llegar profundamente al fondo de su razón de ser. Una Revolución Argentina que sólo quiere cambiar las estructuras superficiales dejando subsistentes las profundas está indiscutiblemente condenada a fracasar.”

Figura 22:
 
Perón , Isabel y un grupo de invitados aparecen frente al restaurante Rancho Criollo de Sevilla durante la Feria Iberoamericana realizada en el año 1967. 
Inicio | Previo | Siguiente Imprimir |