La mediación de Jorge Antonio hizo posible conseguir pasajes para Perón y su comitiva en un vuelo de Ibería. El nombrado se comprometió ante la compañía aérea a hacerse cargo de cualquier gasto inesperado que pudiera surgir.
El 2 de diciembre, en horas de la madrugada, el general y sus acompañantes se embarcaron en el vuelo 991 de la mencionada aerolínea, con destino a Buenos Aires. Perón debió ingresar a bordo a escondidas, evitando la atenta vigilancia de la policía española y el peronismo. Se trataba, no obstante de un vuelo regular y el ex presidente tenía su documentación en regla: teóricamente -y a estar de las declaraciones del gobierno argentino- nada debía impedir su regreso.
Sin embargo, no sería así. "Al arribo de la mencionada aeronave a Río de Janeiro -relata Perón- se produjo un insólito espectáculo: el avión fue literalmente rodeado por tropa armada e inmovilizado en el aeropuerto internacional del Galeao, en tanto un grupo de militares subía al avión intimidando a su personal y declarando detenida a la aeronave, con la amenaza de conducirla a la base militar inmediata. Acto seguido llegaba un representante del ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, quien comunicó al comandante que no podía continuar el viaje si antes no le entregaba a los viajeros que constituían el grupo del general Perón.
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El pentágono frena a Perón y lo devuelve a España. |
"En esas circunstancias, tanto el director de Iberia como el comandante manifestaron que no veían razón alguna para semejante atropello y que ellos, de acuerdo con sus derechos, conducían pasajeros que no podían dejar en el medio del camino sin que mediara una causa razonable que lo justificara. Tampoco aceptaban el allanamiento de la aeronave y pidieron al funcionario brasileño la orden judicial correspondiente...
El funcionario no haría lugar a la protesta: los viajeros estaban bajo jurisdicción militar y no les quedaba sino allanarse y cumplir con lo que se les ordena. Perón no puede continuar viaje y debe regresar a España. Las instrucciones provienen del presidente del Brasil, se les dice.
No cabe duda que la cancillería argentina ha echado mano de un recurso extremo, pidiendo la colaboración del gobierno brasileño para detener el viaje de Perón. Un ciudadano argentino, jefe del movimiento político mayoritario, era impedido de regresar a su patria. De poco valdrían las protestas de "inocencia" del gobierno pretendidamente democrático.
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El retorno frustrado de Perón |
El grupo de viajeros debió descender del avión y permaneció detenido en la base, hasta que fue reembarcado y forzado a regresar a España. Previamente, se advirtió que la nave sería derribada en caso de que pretendiera ingresar nueva mente al espacio aéreo americano.
Más tarde escribiría Perón: "El Derecho Internacional Público ha mantenido como uno de los derechos más elementales del fuero humano, el de transitar libremente y cientos de convenciones lo han afirmado de la manera más rotunda. Así se lo ha reconocido y respetado desde la más remota antigüedad. Pues bien, el 2 de diciembre de 1964 viajaba yo hacia mi país, en una línea regular, con mi documentación en regla y legalmente autorizado. Al llegar a Brasil, en tránsito, se allanó la aeronave, se me detuvo y, conducido a una repartición militar, permanecí trece horas incomunicado.
Luego fui obligado a retornar al lugar de origen. Cuando pregunté por qué se hacía eso e invoqué las leyes internacionales, se limitaron a contestar que era orden del presidente de la República, ya que en Brasil las leyes las hacían ellos. Supe luego, por publicaciones de Argentina y Brasil, que estas dos "democracias" pentagonianas eludían la responsabilidad de semejante atropello: Brasil declaraba por su cancillería que mi detención y rechazo había sido por expreso pedido del gobierno argentino, en tanto que el canciller Zavala Ortíz manifestaba a la prensa internacional que no había mediado pedido alguno. Pero nosotros sabíamos de donde había partido la orden porque, a renglón seguido, el secretario del Departamento de Estado americano hacía llegar una felicitación al gobierno brasileño por la hazaña que acababa de realizar. ¡Y ese es el "mundo libre"...!
Para Perón, el viaje frustrado significó una reafirmación de su autoridad. Había evidenciado su voluntad de regresar y de continuar ejerciendo su jefatura en forma efectiva.
Vandor, en cambio, no obtuvo los resultados esperados. Su prestigio no aumentó -como más tarde quedaría confirmado-, porque había sido uno de los organizadores del operativo fracasado. Y no fueron pocos los peronistas que lo acusaron de no haberse esforzado demasiado en procura del éxito. No hubo movilización gremial ni se declaró la huelga general, como podía esperarse de las organizaciones que habían evidenciado su capacidad a través del plan de lucha.