Los hechos de abril han golpeado al gobierno, y Perón procurará sacudir de su movimiento la tendencia a la abulia y la inmovilidad. En la medida en que no se produce la organización necesaria para una profunda renovación de las prácticas políticas, la revolución tiende a paralizarse y a caer en los viejos y conocidos vicios de camarillas y corruptelas.
Con esa certidumbre, Perón emprenderá de allí en más un renovado esfuerzo por hacerse comprender y propulsar la organización revolucionaria de todos los sectores del movimiento. Así, el 13 de mayo de 1953 se dirige extensamente a un grupo de delegados sindicales de la industria del vestido. Dice en esa oportunidad, entre otras cosas: "Yo creo, y soy un convencido de ello, que no se puede practicar una democracia, en ningún país del mundo, sin una organización popular. Si la democracia es el gobierno del pueblo, ¿como puede ejercerse desde el pueblo si no existe una organización que la haga real y efectiva?
¿ustedes creen que los gobiernos de la oligarquía podían ser considerados gobiernos democráticos? ¿a quienes representaban ellos? a un pequeño sector de privilegiados dentro de la comunidad argentina. ¿Cómo va a ser eso un gobierno democrático, un gobierno popular? El gobierno popular es el que surge del pueblo. Y esto solamente puede alcanzarse a través de una organización popular que imponga el gobierno y que imponga al gobierno que es lo que tiene que hacer. Esa es la democracia como la entiendo yo; y no una democracia falsificada, como la que vemos en todas partes (...).
Sólo con esa organización integral del pueblo se va a tener la realidad democrática con que muchos pueblos sueñan en el mundo. Claro que para alcanzar esto tenemos que luchar contra las oligarquías, y las oligarquías no se entregan; están agonizando pero todavía "patean" ( ... ). Lo único que vence a esto en forma aplastante y en forma, diríamos irreversible, es la organización.
Por eso he insistido tanto en la necesidad de la organización del pueblo. Solamente es dueño de sus destinos un pueblo organizado. Los pueblos que no se organizan no serán jamás dueños de sus destinos; serán instrumentos' de los organizados.
Los pueblos tienen una de estas dos características: organizados, son dueños de su destino; desorganizados, son instrumentos de los organizados, generalmente pequeños núcleos que cargan la parte del león en el reparto de los beneficios del trabajo de la comunidad. Esa es la realidad absoluta.
El sistema capitalista no es nada más que mantener pueblos desorganizados para poderlos explotar. Nuestro sistema quiere un pueblo organizado, para que no pueda entrar de nuevo la explotación. ( ... ) Solamente mediante una solidaridad absoluta entre nosotros podremos llegar a constituir una comunidad justa. Las comunidades no son justas mientras no sean solidarias, porque nadie brinda la justicia en forma gratuita".
Poco después, desde la revista "Mundo Peronista" que edita la Escuela Superior Peronista, se impulsa una campaña de autocrítica y depuración del Movimiento, que tiene las características de una "revolución cultural": Si cada funcionario público hubiese cumplido leal y honestamente con su deber, poniendo por encima de su comodidad personal los superiores intereses de la patria, jamás habría sido posible que la antipatria formase aquí un clima artificial de desasosiego y un ambiente propicio para que los malos comerciantes robasen al pueblo".
Y continúa el artículo: "De nada sirve que usted grite su peronismo todo el día, si usted es un ladrón o un coimero, o un perro con la gente, o si se escuda en su peronismo para llegar tarde o para salir más temprano, con el cuento o con el pretexto de que tiene que ir a la Unidad básica ... "
Sin embargo, la prédica de Perón parece caer en el vacío y el movimiento no sale de su atonía. Ante esa sensación de parálisis, la oposición irá ganando terreno al polarizar las opiniones y aglutinar enemigos de la causa nacional.
El 1 de mayo de 1954, al inaugurar el período de sesiones en el congreso, Perón retomará se prédica llegando a explicar punto por punto el camino a seguir en la tarea organizativa. Será un máximo esfuerzo por hacer comprender sus concepciones estratégicas, que invariablemente son desoídas.
Dirá en esa oportunidad: "Ya en aquellos momentos iniciales de 1943 advertimos que solamente un pueblo organizado con la plenitud de su conciencia social, un pueblo que tuviese un cuerpo y un alma, vale decir: una personalidad definida, podría tomar aquellas banderas y perpetuar así en el tiempo nuestros levantados ideales de justicia, de libertad y de soberanía.( ... ) Desde entonces nuestra consigna de gobierno fue siempre la misma: 'es necesario organizarse', 'se impone organizarse' 'el imperativo de la hora es organizarse', etcétera.( ... ). Para cumplir la misión asumida en 1946, y perpetuar nuestros ideales, era necesario llevar a cabo dos tareas indispensables: 1 Conformar una doctrina nacional sobre la base de nuestras banderas; 2 Organizar todos los sectores del pueblo para completar nuestros fines, entregándole al pueblo organizado aquella doctrina y las realidades logradas bajo sus signos de justicia, de libertad y de soberanía",
"La historia recuerda que jamás haya triunfado lo inorgánico y lo anárquico ante la fuerza invencible de las organizaciones siempre que estas hayan tenido un alma, vale decir, una doctrina que cumplir o realizar" afirma - y luego pasa -al final de su discurso- a enumerar las tareas organizativas:
"No deseo terminar la primera parte de este mensaje sin dejar establecidas algunas normas que juzgo conveniente y necesario establecer para nuestra acción futura, solidaria y común:
"1- Es necesario y urgente que las organizaciones del pueblo, sociales, económicas, políticas y culturales, se desarrollen y consoliden en toda la nación siguiendo, en lo posible, el sistema de nuestra organización política federal.
2º- El gobierno anhela que las organizaciones del pueblo actúen libremente. No les imponemos más que la condición legal de que concurran a afianzar, en el orden interno y en el orden internacional, la justicia social, la independencia económica y la soberanía política de nuestro pueblo.
3º- Resulta imprescindible, por lo tanto, que todas las organizaciones del pueblo conozcan y comprendan los principios fundamentales de la Doctrina Nacional. Ella les dará unidad de concepción para realizar sus fines con unidad de acción y les facilitará la convivencia solidaria con las demás organizaciones del pueblo.
4º- Las instituciones sociales, económicas, políticas y culturales de la Nación no deben olvidar que ellas personifican al pueblo. Son el cuerpo del pueblo argentino, vivificado por el espíritu de la Doctrina Nacional. Estas condiciones establecidas por la experiencia universal en todas las organizaciones que han cumplido eficientemente las finalidades que inspiraron su creación.
6º- Es necesario coordinar las funciones que cumplen las organizaciones del pueblo. Esta tarea de coordinación debe ser llevada a cabo por las mismas organizaciones del pueblo conducidas por el gobierno. Deberán armonizar para ello sus funciones sociales, económicas, políticas o culturales. Deben tener en cuenta que una organización del pueblo sólo es 'preponderantemente' social, o económica, o política, o cultural.
. 7º- Señalo también como absolutamente necesario acordar la acción de las organizaciones del pueblo con las que deben cumplir concomitantemente, y según sus propias responsabilidades los organismos de conducción y de ejecución del Gobierno y del Estado".
Pero algo separa a Perón de la dirigencia partidaria y gremial que lo acompaña. Algo que se constituye en una barrera insalvable para que su proyecto pueda ser comprendido. En realidad, es el tiempo histórico que vive. La Argentina que comienza a transitar la segunda mitad del siglo veinte -en especial sus hombres políticos- está aferrada a las concepciones liberales que le impusieran sus "varones consulares", durante los años fundacionales de la República Oligárquica.
José María Rosa ha explicado el fracaso de Rosas, diciendo que el Restaurador es un hombre más propio "de la segunda mitad del siglo XX (tiempo de nacionalidades, de advenimiento de las masas, de defensas heroicas de la soberanía, de lucha contra los imperialismos), que de la primera mitad del XIX que le tocó vivir cuando los imperios se extendían sin vallas, no gobernaban las masas y los intelectuales se perdían entre las palabras del liberalismo".
Algo similar ocurriría a Perón una centuria más tarde: su prédica revolucionaria era más del Siglo XXI (tiempos de aceleración y masificación de las informaciones, época de Internet, de Organizaciones Libres (ong. org. etc), de Referéndums y Plesbicitos) que de la primera mitad del siglo XX, donde la libertad y la justicia eran vistas por sus dirigentes sólo en las estructuras jurídicas creadas por su ideologías, y no en la conciencia colectiva del pueblo transformada en una organización política dinámica y creadora.
También a Perón -como a Rosas- lo derrotó su tiempo.