(3) Un diagnóstico severo

Era evidente que los objetivos de la política económica peronista no podían ser mantenidos recurriendo al instrumental utilizado hasta ese momento. Parecía necesario abandonar algunas de las metas más próximas, con miras a estabilizar el sector externo, controlar la inflación y superar la coyuntura crítica para encarar la nueva etapa. La Argentina debería reorientar su desarrollo hacia la industria pesada y el sector energético para completar el ciclo de su independencia económica.

Figura 15:

La figura de Evita trascendería largamente su acción social para consolidar la autoridad de su esposo.

Todo este cúmulo de circunstancias difíciles no pasaban desapercibidas en el seno del gobierno. Ya a fines de 1949, al alejarse Miranda, el Consejo Económico Nacional que presidía Alfredo Gómez Morales había elevado a Perón un informe reservado que contenía un severo diagnóstico acerca de la situación económica.

 “Las existencias de oro y divisas extranjeras —advertía el documento— han descendido a límites inferiores a los compromisos ya adquiridos para futuros pagos en el exterior”. 

Figura 16:

Evita habla en un acto del Partido Peronista Femenino por la reelección de Juan Perón.

Se señalaba un déficit de 377 millones de dólares necesarios para el pago de importaciones prioritarias, cuya financiación no estaba prevista. Contenía una crítica velada a la política de Miranda, instrumentada a través del IAPI, a la que responsabilizaba de haber acumulado excedentes invencidos a causa de los altos precios de exportación fijados: “Debe señalarse que en el caso del aceite de lino, se han acumulado casi tres cosechas sin vender, mientras en el resto del mundo han aumentado sensiblemente su producción. Los mismo puede suceder con las grasas, que se han acumulado en un volumen igual a trece meses de nuestra producción”.

Figura 17:

El presidente Perón en el año 1951. La falta de comprensión estratégica de las propias dirigencias justicialistas provocó la primer crisis política de la revolución.

La solución recomendada era aumentar por todos los medios posibles las exportaciones, así obtener las divisas necesarias para poder reestructurar un régimen de importaciones que permita el abastecimiento del país en aquellas materias primas, combustibles, etc., necesarias para mantener la actividad económica interna.” 

Al mismo tiempo se sugería establecer una rígida selectividad en las importaciones, limitándolas a las estrictamente esenciales (combustibles, medicamentos) y revisando las licencias ya concedidas.

Figura 18:

Perón da un discurso en el acto del Partido Peronista Femenino por su reelección.

Con respecto a la inflación, el informe señalaba la disminución del respaldo en divisas de la moneda nacional y aconsejaba la contracción de los medios de pago, la disminución del gasto público, la contención de los salarios y hasta la eliminación gradual de las industrias “que no mejoren su rendimiento en un plazo determinado”.

La falta de comprensión

Era el preocupado diagnóstico de un grupo de técnicos, de economistas “serios”, que nunca habían compartido los “desaguisados” de Miranda y no entendían por que motivo Perón se había dejado llevar de sus consejos: ahora deberían reordenar las cosas. 

Documentos:

Juan Perón.
Las 20 verdades del Justicialismo.
17 de octubre de 1950.

Ver

Perón les había dicho: “Con Miranda organizamos el equipo de asalto, ustedes tienen que realizar la operación de aferramiento”, con ese lenguaje militar que solía emplear.

Es que se les escapaba el sentido político. Y en parte era lógico que un técnico en economía privilegiara el orden y la prolijidad en su materia. Pero las revoluciones tienen fines más vastos y no pueden detenerse en reparos de esa clase. 

Documentos:

Discurso de Eva Perón.
17 de octubre de 1950.

Ver

El peronismo había necesitado movilizar desde un principio las fuerzas sociales de la nación, había requerido democratizar verdadera y profundamente el país, no en los meros mecanismos formales, sino en cuanto a la incorporación de los sectores más relegados de la clase trabajadora a una vida más digna y a la participación política, a través de su identificación con un gobierno y con el hombre que lo encabezaba.

Figura 19:

Prensa opositora. Dibujo de César Bruto. El texto decía: “La vida no se enbarató. Un avión de turismo cuesta 30.000 pesos; el caviar 35 pesos el kilo. ¡Sólo el presidente de los descamisados puede vivir con esos precios.

La política de Miranda había interpretado esa necesidad, aun cuando hubiera incurrido en imprevisiones. Aun cuando hubiera apostado con osadía a posibilidades que no se concretaron. No es que la economía no tuviera importancia, porque la revolución necesitaba bases materiales en que apoyarse. Lo que ocurría era que resultaba más imperioso y urgente asentar sus cimientos en la movilización de esos sectores populares antes marginados de la vida nacional, destinados a constituirse en su columna vertebral. Después llegaría el momento de la organización política y, paralelamente, de profundizar y consolidar las transformaciones económicas, haciendo los ajustes necesarios y salvando los escollos que se presentaran.

Figura 20:

Desde los grupos nacionalistas y también desde las Fuerzas Armadas surgía la crítica de la falta de desarrollo y consolidación de la industria básica, por parte de la política económica del gobierno.

Perón no dejaría de tomar en cuenta las advertencias de sus asesores económicos, e incluso las retomaría en sus exposiciones ante el gabinete, alertando sobre los riesgos del descontrol inflacionario y la necesidad de incrementar la producción. No obstante, el gobierno no dejó de cumplir con la totalidad de las previsiones del Primer Plan Quinquenal en materia de obras públicas, manteniéndose con ello un alto nivel de empleo. La actividad económica pudo sostenerse en niveles aceptables y los salarios permanecieron altos. El trazado de un nuevo rumbo económico, que habría de privilegiar la industria pesada y permitiría superar la crisis, recién llegaría con el segundo gobierno y el Segundo Plan Quinquenal.

Figura 21:

Las sequías provocaron el desabastecimiento de productos de consumo masivo. Largas colas de amas de casa se formaban para adquirir productos de primera necesidad.
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