Poco después, el gobierno convocaba a nuevas elecciones presidenciales para el 23 de septiembre y fijaba el 12 de octubre como fecha para el traspaso del mando. La consigna "Perón presidente" pareció, por un momento, borrar todas las disidencias. Sin embargo, los sectores ortodoxos y el sindicalismo no tardaron en acusar -primero veladamente- a Cámpora de "cooperar con la infiltración marxista".
Era indisimulable que se ahondaba la fractura entre quienes propugnaban "La Patria socialista" y quienes se pronunciaban por la "patria peronista". Más allá de su significado conceptual, esas consignas servían para identificar a los grupos enfrentados.
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Declaraciones de Abal Medina anunciando la proclamación de Perón como presidente. |
Los sectores juveniles negaban que su enfrentamiento con lo que ellos denominaban "burocracia" -política y sindical- implicara un enfrentamiento con la clase obrera o con Perón. Y en esa medida, cerraban filas en torno a su candidatura.
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Reuniones de Perón con Balbín. |
La cúpula de las organizaciones armadas -FAR, Montoneros-, sabían que el enfrentamiento con Perón luego de la reunión con Roma era inevitable, y ganaban tiempo especulando (como antes lo hicieron Onganía y Lanusse) con la muerte del líder.
Perón intentaría infructuosamente de convencer a Balbín de acompañarlo en la fórmula presidencial. Aparentemente las resistencias en el propio Partido Radical impidieron esa posibilidad. En el fondo había una incapacidad para comprender lo que el viejo líder planteaba.
Era necesario englobar las disidencias partidarias en un compromiso de unidad que permitiera esbozar un plan de reconstrucción nacional. Todos debían colaborar manteniendo sus identidades como distintas alternativas de matices sobre un plan y un objetivo común: la grandeza de la nación.
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Perón habla ante el Congreso del Partido Justicialista. |
Esto tampoco era entendido por los dirigentes del movimiento nacional que operaban tratando de imponer distintos candidatos a la vicepresidencia. Los grupos juveniles, levantaban el nombre -a todas luces imposible- de Cámpora.
El 4 de agosto el Congreso Nacional del Partido Justicialista despejó las dudas: proclamó la fórmula Perón-Perón. Sería, pues, Isabel quien acompañaría al General.
Perón había comentado que Isabel había venido a la Argentina para cuidarlo a él, y que su nombramiento significaría un nepotismo que no existía ni en los países africanos.
Sin embargo el vaciamiento ideológico de su propia dirigencia y la dirigencia política argentina en general le demostraron que no había salida. El tiempo histórico sería el único enemigo que no podría vencer.
Los sectores de la juventud, que identificaban a Isabel con el "cerco" y con López Rega, interpretaron esa proclamación como una nueva definición en favor de la "derecha". Por lo demás, por esos días se producía la destitución de Abal Medina como Secretario General del Movimiento.
En otros sectores del Movimiento también generó dudas la designación de Isabel. Muchos creían advertir que junto a ella crecía un grupo de advenedizos, sin trayectoria ni apoyaturas propias en el peronismo. El sindicalismo, aunque acató la decisión no dejaría de advertirlo. Pero no cabía duda que Perón había buscado justamente eso: no hacer definiciones a favor de ningún sector. Concentrar todo el poder de decisión en su propia persona. Isabel, mientras Perón viviera, era como Perón mismo.
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Desfile ante la CGT por la fórmula Perón-Perón. |
El 18 de agosto Perón aceptó formalmente la nominación. El 31, la CGT organizó una multitudinaria manifestación frente a su sede central, en apoyo de la fórmula partidaria. La juventud aportó disciplinadamente su concurrencia y no hubo incidentes. Algunos días antes -el 22 de agosto- la izquierda peronista se había reunido en la cancha de Atlanta.
El acto tenía el doble motivo de recordar el "día del renunciamiento" y homenajear a los guerrilleros muertos en Trelew un año atrás. Eduardo Mario Firmenich habló a una concurrencia, cuestionando la candidatura de Isabel y criticando duramente a la dirigencia sindical.
Pero instó a la militancia a apoyar a Perón y lanzarse a una campaña de afiliación masiva para "borrar la burocracia". La Argentina se aproximaba a una nueva instancia, largamente aguardada: Perón llegaría al poder.