Las elecciones del 18 de marzo de 1962 dieron el golpe de gracia al jaqueado gobierno de Arturo Frondizi. Las previsiones de Vítolo, basadas en los resultados de los comicios celebrados en la provincia de Santa Fe, en el mes de diciembre, habían fallado. El peronismo se había impuesto en varias provincias, entre otras Buenos Aires. Y el gobernador electo era nada menos que Andrés Framini, un sindicalista de la línea dura.
Para el país "gorila", era impensable que pudiera entregarse el gobierno provincial a Framini y -por cierto- los militares participaban de esa convicción. También eran concientes de ello el mismo Frondizi y su ministro del lnterior, según se desprende de las actas de una reunión mantenida con la cúpula militar tres días antes del comicio.
En esa oportunidad, Vítolo había expresado muy claramente su opinión: "En cuanto a la Provincia de Buenos Aires, Framini es netamente peronista. Yo creo que Framini no puede hacerse cargo del gobierno, segun lo expresé en la reunión que hubo en el ministerio de Defensa, aún cuando no se aclaró el procedimiento a seguir.
Yo creo que en tal caso, se debe recurrir al arbitrio constitucional de intervenir la provincia, en base a los antecedentes que representa el desarrollo de su campaña política y los propósitos en ella enunciados que constituyen un indicio evidente del caos y regresión que se instaurará en la Provincia".
El precedente testimonio sugiere claramente que el presidente estaba dispuesto a ordenar la intervención, aunque más tarde procuraría atribuir esa decisión a las presiones castrenses. Pero lo cierto es que el mismo día del comicio, las cúpulas militares se reunieron para exigir la anulación de las elecciones; la intervención de todas las provincias, la disolución del Congreso y la anulación de la Ley de Asociaciones Profesionales.
¡Había que frenar el avance peronista antes de que fuera demasiado tarde!
Frondizi aceptó intervenir las provincias donde había ganado el justicialismo sin oponer reparo alguno, pero su gobierno tenía ya los días contados. El día 20 se reunieron el general Poggi, el almirante Penas y el brigadier Cayo Alsina -comandantes de las tres armas-, conjuntamente con los secretarios militares -Fraga, Clement y Rojas Silveyra-, los subsecretarios y los jefes de Estado Mayor.
En el cónclave quedaron explicitadas las respectivas posiciones. La marina exigía la renuncia del presidente, en tanto que el ejército y la aeronáutica eran de opinión de que Frondizi continuara al frente del Ejecutivo, siempre que se aviniera a integrar un gabinete de coalición impuesto por las Fuerzas Armadas, y a ceñirse a un plan de gobierno determinado por estas.
El presidente se mostró de acuerdo y -como sus ministros ya habían dimitido- se abocó sin demoras a la tarea de formar nuevo gabinete, en base a ternas presentadas por los militares. Como era de esperarse a esa altura, encontró un cerrado rechazo en los partidos políticos, particularmente en el radicalismo del pueblo, cuya dirigencia estaba anhelante de cobrarle viejas cuentas.
Recurrió entonces al ex presidente Aramburu, que conservaba prestigio en el ámbito militar. Este último no ocultaba sus esperanzas de retornar al gobierno por vía electoral, por lo que le suponía interesado en preservar cierta continuidad institucional.
El 24 de marzo se entrevistaron ambos, y Aramburu dio comienzo a sus consultas sectoriales, procurando hallar alguna base para integrar un gabinete y proporcionar oxígeno al agonizante gobierno de Frondizi. El 26, agotadas todas las posibilidades, dio por finalizadas sus gestiones y modificó él mismo su postura, manifestándose partidario de la renuncia del presidente.
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Destitución de Frondizi. Reunión con Aramburu. |
En la noche del 24 al 25, el almirante Clement -secretario de Marina- había visitado a Frondizi para aconsejarle que dimitiera, o bien que solicitara una licencia prolongada. El presidente se negó de plano a ambas alternativas. Aún parecía existir alguna posibilidad de continuar en el cargo: Rodolfo Martínez -junto con Oscar Puiggros, uno de los hombres propuestos por Aramburu para el malogrado gabinete- concibió la idea de que Frondizi permaneciera en el cargo, pero con sus poderes limitados y sujeto a un consejo de gobierno integrado por los ministros de Interior y Defensa. Frondizi pareció dispuesto a aceptar esta solución, pero ya era tarde, porque los mandos militares se mostraban intransigentes.
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La destitución de Arturo Frondizi y la asunción de Guido. La Hora de los Hornos. |
El 27 pareció alumbrar una última luz de esperanza para el presidente, cuando el secretario de Ejército, Rosendo Fraga, se manifestó dispuesto a apoyarlo desde Campo de Mayo en caso que resolviera resistir.
El 28 el golpe estaba ya en la calle: hubo desplazamientos de tropas y se tomaron radios. Por la tarde, los tres comandantes se apersonaron en el despacho de Frondizi para exigirle la renuncia. El mandatario se negó y repitió una frase ya pronunciada en otras circunstancias: "No renunciaré, no me iré del país, no me suicidaré". Luego se marchó a la residencia de Olivos.
En las horas que siguieron, los comandantes, -en apariencia comprometidos a no asumir el gobierno por sí mismos- se dirigieron a entrevistar al presidente del Senado, doctor José María Guido, a efectos de persuadirle de hacerse cargo de la presidencia. Guido se negó por dos veces, alegando una razón obvia: Frondizi no había renunciado ni había muerto.
En tanto, el almirante Clement visitaba al presidente en Olivos, y este daba una nueva prueba de su gélido temperamento: aconsejaba su propia detención en Martín García, demorando el cambio de guardia matutino a efectos de que su custodia de Granaderos no se viera en trance de resistir.
No obstante, por la noche Frondizi se comunicó personalmente con Campo de Mayo, para conocer con qué apoyo contaba. El general Juan Carlos Onganía, jefe de la guarnición, le hizo saber que respondía "a sus mandos naturales", vale decir, al general Poggi.
En la madrugada del 29 de marzo, Poggi cursó un radiograma a todas las unidades: "A todos los comandos, organismos y unidades del ejército. El señor presidente de la República ha sido depuesto por las fuerzas armadas. Esta decisión es inamovible". Frondizi era trasladado a Martín García, según su propia sugerencia. El telón caía sobre su agitado período de gobierno.