Comentario de Norberto Galasso
"Cómo se advierte, en la carta, el General critica el antimilitarismo abstracto de los jóvenes indicándoles que debe obrarse de tal modo de resguardar la relación con lo sectores nacionales que puedan existir en el Ejército, y de idéntico modo, con respecto a su rechazo a las elecciones, explicándoles que no caben allí posiciones absolutas, sino que ello depende de las circunstancias políticas.
Asimismo, más allá de la justicia histórica, resulta interesante reflexionar sobre los efectos de operativos como éste –típicamente anarquistas- que pretenden, con el aniquilamiento de una persona, la destrucción de una táctica política, como si fueran las grandes personalidades las que hacen la historia a su antojo. Así, ocurre que los sectores liberales del Ejército que, a través de Aramburu, expresan en 1970 la necesidad de acordar de alguna manera con Perón para reestablecer una semilegalidad, seguramente tramposa, desaparecido Aramburu encarnan su voluntad política a través de Lanusse, en 1971-72, quien apelará a la misma táctica. También es interesante observar de qué manera, con esta metodología, los extremos se tocan: el operativo Aramburu impediría el golpe de los liberales contra Onganía quebrando la posibilidad de un recambio reaccionario, desde la perspectiva montonera, pero también es cierto que desde el primitivismo político de Onganía, Imaz y otros militares, implica resguardarlos del golpe inminente. Ello provoca que, el operativo se pueda atribuir a la derecha o a la izquierda."
De Perón, Exilio, resistencia, retorno y muerte.
Editorial Colihue
Tomo 2, pag 1061
Al Gral. J. D. Perón:
Como hemos hecho en oportunidades anteriores, aprovechamos la comunicación que con usted tienen los compañeros del Movimiento, para hacerle llegar nuestras inquietudes con respecto al proceso revolucionarlo del pueblo argentino. Es nuestra intención y deseo poder comunicamos personalmente con usted y lo haremos tan pronto como nos sea posible. Hasta tanto, nos vemos obligados a recurrir a la colaboración de los compañeros, a quienes estamos profundamente agradecidos.
Deseamos hacerle conocer algunas consideraciones nuestras sobre hechos claves que determinan los pasos a dar por el Movimiento, tanto en el futuro inmediato, es decir tácticamente, corno en el futuro a largo plazo, es decir dentro de la concepción estratégica.
1.- En primer lugar creemos necesario explicar las serias y coherentes razones que nos movieron a detener, juzgar y ejecutar a P. E. A. Es innecesario explayarse sobre los cargos históricos que pesaban sobre él: traición a la Patria y a su Pueblo. Esto sólo bastaba para ejecutar una sentencia que el pueblo ya había dictaminado. Pero además había otras razones que hacían necesaria esta ejecución.
La razón fundamental era el rol de válvula de escape que este señor pretendía jugar como carta de recambio del sistema. Sabemos en que iba a terminar esta jugarreta, porque ya hemos presenciado jugarretas similares desde 1955 para acá. Los gorilas se piensan que se puede engañar al pueblo con sucesivas expectativas que al final se ven frustradas; pero se equivocan pues no se puede engañar a un pueblo educado en una doctrina que le es propia; no nos engañan a nosotros.
Por eso es que cuando ellos se preparan a fingir un cambio en el sistema porque la dictadura torpe y descarada ya no la aguanta nadie, nosotros, como en el ajedrez, les comemos la pieza clave para arruinarles la maniobra y obligarles a jugar improvisadamente. Los resultados han sido claros. El sistema no puede fingir demasiado cuando es tocado en su fibra intima. Así, Levingston, que pretende devolver a la función presidencial una imagen popular (absolutamente nula en su sucesor) se desnuda en el bombo oficial por el sepelio de Aramburu.
Al pueblo le queda claro que el sistema es siempre el mismo cualquiera sea la fachada que presente. Porque con salarios congelados o con aumentos controlados el salario real es cada vez menor y el capital internacional cada vez mayor.
Por todo esto qué a diario cosechamos, en el apoyo popular creciente, los frutos de este ajusticiamiento histórico.
Nos preocupan algunas versiones que hemos recogido, según las cuales nosotros con este hecho estropeamos sus planes políticos inmediatos. Demás esta decir que no esta en nuestros propósito entorpecer la conducción que Ud. realiza con para la mejor marcha del movimiento: COn de conjunto usted realiza para la mejor marcha del Movimiento en su totalidad. Desgraciadamente, además nuestro actos apuntan a señalar la única estrategia que consideramos correcta, sin tener, en general, vinculación táctica con otros sectores del Movimiento.
Creemos que, no sólo para nosotros, sino para el Movimiento entero, es necesaria su palabra esclarecedora acerca de esta hipotética contradicción entre sus planes y nuestro accionar.
2.- Otro hecho de singular importancia es la ejecución de Alonso. Este hecho fue protagonizado por un comando, protagonizado denominado Montonero Maza. Este comando utiliza el nombre de nuestra organización y el apellido de nuestro primer compañero muerto en combate; no obstante no pertenece a nuestra organización e ignoramos quienes lo componen. Lo cierto es que el pueblo nos adjudicó la autoría del hecho jubilosamente. . El pueblo peronista vio entonces en nosotros a los ejecutores de aquellos de que si los dirigentes entes no se ponen e la cabeza, adelante con la cabeza de los dirigentes"
Si bien nosotros creemos que nuestra tarea fundamental no consiste en cortarle la cabeza a los burócratas traidores, porque la dinámica que nosotros mismos imponemos a la guerra les obligará a sumarse o a quedar marginados de la historia, sabemos también que es tarea nuestra en la medida que ellos mismo lo hagan necesario. Es por eso que ante el1hecho consumado y vista la satisfacción, popular respecto de él, consideramos necesario convalidarlo con el silencio, aceptando la autoría que el pueblo nos atribuía.
Como bien dice Ud. General medimos el acierto o desacierto de una conducción por los resultados que produce. Y aquí los resultados son claros, fábrica que llegamos para tomar contacto con los compañeros fábrica que nos pide más cabezas de traidores,. No pensamos cortar cabeza porque si, pero hoy el que piensa transfuguear lo piensa dos veces, y el pueblo confía más en nosotros que en ellos.
Hemos observado General, que usted no ha hecho condenas públicas respecto de la ejecución de Alonso, lo cual significa de algún modo convalidar la acción, pero también sobre este hecho han circulado versiones que indicarían que nuevamente un hecho nuestro o convalidado por nosotros se opone a sus planes tácticos inmediatos.
Conociendo las razones que nos han hecho proceder de esta manera desearíamos que usted nos diera su opinión al respecto.
3.- Otro punto sobre el que queremos hacerle llegar nuestra consideración es sobre el papel y las posibilidades del ejército. A diario podemos observar en el mundo entero hechos que nos certifican que esta es la hora de los pueblos. Así vemos en nuestra Latinoamérica gobiernos populares surgidos de revoluciones populares protagonizadas por los ejércitos regulares de esas naciones hermanas. Sin lugar a dudas, el caso que más ha concitado es el del Perú. Y así se ha creado, aparentemente, como opción de la hora del pueblo argentino, una revolución a la peruana, es decir un golpe militar, nacional y populista que con manos férreas llevará adelante la revolución que la hora actual reclama. Ahora bien, nosotros pensamos que esto no es posible en la Argentina por la sencilla razón de que ya se ha dado y es precisamente la revolución justicialista con sus diez años de gobierno nacional y popular. Y la historia no se repite.
Esto que hoy se da en Perú, lo ha hecho usted en nuestro país hace 25 años. Y es justamente por esa diferencia de 25 años que el nuestro, es el pueblo de mayor política de Sudamérica.
Pero creemos que no sólo por eso es imposible, porque sabemos que el ejercito de hoy no es el mismo de hace 25 años. Hoy el ejército argentino, sus oficiales, están vendidos y subordinados a los dólares yanquis, y no son más que el sostén armado de la oligarquía aliada del imperialismo.
No obstante, algunos compañeros del Movimiento confían esperanzados en que algún sector del ejército tome el poder y, haciéndose acompañar por e1 pueblo, salve al país.
Nosotros pensamos que dicho sector no existe. Que lo único que puede ofrecer este ejército es su sector desarrollista, y los argentinos ya hemos sufrido en carne propia los efectos de esta política, que en última instancia consiste en cambiar algo para que no cambie nada. Lo que sí existen son expresiones individuales, sobre todo a nivel de oficialidad joven, y el compañero Licastro es un exponente de ello. Pero estas expresiones tienen dos limitaciones: en primer lugar, y fundamentalmente, son individuales; en segundo lugar por su escasa jerarquía carecen de peso suficiente.
Además, si bien se puede circunstancialmente confundir al pueblo, sabemos que no se lo puede engañar, y nuestro pueblo que conoce su doctrina y lucha por una patria libre, justa y soberana, sabe que no puede pedirle peras al olmo. Por eso es que no puede llamarse a engaño con este ejército al que ha visto sumarse a la contrarrevolución del 55, al que ha visto fusilar a los generales del pueblo, el que lo ha reprimido tanto en sus movilizaciones como en el Cordobazo, el que le anuló legítimos triunfos electorales, y el que lo frustró definitivamente con la llamada "Revolución Argentina".
4.- Otra aparente opción para la hora del pueblo argentino es la salida electoral. Esta perspectiva se ve alimentada por el triunfo de Salvador Allende en Chile.
La salida electoral hay que analizarla desde dos puntos de vista: por un lado el del régimen; por el otro, el del pueblo.
El sistema ha cometido la torpeza de desenmascararse comprometiendo a su ejército en la farsa llamada "revolución argentina", y que a esta altura del partido ha demostrado su fracaso rotundamente. En más de 4 años de gobierno lo único que ha conseguido es empobrecer al trabajador y descapitalizar el país, dando carta libre al capital internacional que, en general, no trabaja por amor al arte. Pero fue como escupir al Cielo, porque arruinaron a todo el mundo y políticamente no crearon nada nuevo, y entonces lo que consiguieron fue al pueblo, hartarlo.
Así es que el sistema busca entonces abrir una válvula de escape, engañar al pueblo entregando a algunos tránsfugas al estilo de Luco. Como no es suficiente porque además el peronismo ha engendrado organizaciones armadas y temen que esta se transforme en el movimiento armado peronista, buscan desesperadamente la salida electoral que sirva a la vez de válvula de escape para sacarse de encima esta pelota de fuego que les quema entre las manos y con la que ya no saben qué hacer.
Ahora bien, los más lúcidos se dan cuenta que de todos modos la única manera de frenar al pueblo es producir un mínimo desarrollo. Ello exige hacer retroceder al capital internacional a ajustarse el cinturón para poder ahorrar divisas, sin lo cual es imposible la fuerza que da el consenso político popular. De ahí la maniobra para tratar de crear el partido de la revolución argentina incorporando al peronismo en ella. Logrado esto, entonces sí elecciones. Claro que de todos modos sabemos que esto ya no es posible. SINTETIZANDO: la salida electoral es para el régimen la única posible de que les permita durar algún tiempo mas sin que el pueblo estalle definitivamente.
Veamos que le ofrece al pueblo la perspectiva electoral. Ya sabemos por la cuantiosa experiencia acumulada que no nos ofrece nada: es decir, mientras el enemigo siga manteniendo en sus manos los resortes fundamentales de la economía y el poder de las armas, a nosotros no nos significa ninguna garantía ganar una elección; porque no hay duda de que la ganamos, pero tampoco hay dudas de que no van a tolerar un gobierno justicialista, porque justicialismo es Socialismo Nacional, y este al capital no le agrada pues va en contra de sus intereses.
Precisamente es que no podemos considerar en nuestra estrategia la toma del poder por el camino de las armas; porque inexorablemente la conseguiremos, pero irremediablemente la perderemos, y entonces estaremos siempre en la misma; o sea que considerar las elecciones como camino estratégico para la toma del poder es inoperante y por lo tanto incorrecto.
Sin embargo, nuestra experiencia también nos indica que este continuo juego de elecciones fraudulentas seguidas de golpes gorilas sólo tiene un perjudicado: el sistema, porque lo desgasta. De este modo acosarlo para que de elecciones en las que inexorablemente tendrá que proscribir, anular o dar un cuartelazo, es en definitiva acorralarlo continuamente hasta dejarle sin margen de maniobra. Esto es tácticamente correcto y lo es también estratégicamente en el sentido de que a la larga termina por destruir la esfera política del poder del sistema. Lo incorrecto es creer que esta maniobra es un fin en si misma, o sea que las elecciones sean el camino apto para el retorno del justicialismo al poder.
Dentro de estas consideraciones vemos nosotros como tácticamente acertado el último pacto firmado por el justicialismo, llamado, precisamente La Hora del Pueblo, porque no solo le quita, al enemigo el caudal de votos peronistas, sino también los radicales.
Ahora bien, para llevar adelante este paso táctico, el compañero Paladino plantea como opciones estratégicamente equivalentes el camino electoral y el camino revolucionarlo por la vía armada. Esto como hemos visto, es en sí incorrecto.
Lo que en realidad parece suceder, es que se utiliza la opción revolucionaria armada, es decir, nosotros como factor de presión para reforzar el golpe táctico, o sea las elecciones.
Esto puede que sea tácticamente útil, aunque abrigamos algunas dudas. Sobre lo que no abrigamos dudas es sobre la necesidad de mantenernos como opción estratégica, y por lo tanto la absoluta imposibilidad de subordinar nuestro accionar a una opción táctica. En síntesis, no interferiremos al ala política del movimiento en tanto la Hora del Pueblo es una maniobra útil y por lo tanto tácticamente acertada, pero nos mantendremos en la actividad señalando la vía armada como único método estratégicamente correcto para la toma del poder, y creemos que sería conveniente, en consecuencia, que los distintos frentes del movimiento no interfirieran la presentación de la vía armada como una opción estratégica.
5.- Bien, hemos visto la eficacia de nuestro método de lucha para golpear al régimen con la ejecución de Aramburu, el descreimiento popular sobre el sindicalismo como herramienta capaz de conducir un proceso revolucionario, la imposibilidad de que el ejército pueda generar un proceso de liberación nacional, y la influencia del camino electoral para tomar el poder. En fin, hemos querido expresarle en estas consideraciones, dichas aquí, un poco a vuelo de pájaro, lo que en realidad constituye nuestra teoría, es decir, un análisis tempo-espacia de la realidad argentina hecho a la luz de la doctrina justicialista.
Tenemos clara una doctrina y clara una teoría de la cual extraemos como conclusión una estrategia también clara: el único camino posible para que el pueblo tome el poder para instaurar el socialismo nacional, es la guerra revolucionaria total, nacional y prolongada, que tiene como eje fundamental y motor al peronismo.
El método a seguir es la guerra de guerrillas urbana y rural. Esto no es un capricho es una necesidad: a carencia de potencia recurrimos a la movilidad; en fin, no es nada nuevo pero no por ello deja de ser eficaz.
Lo cierto es que no somos un tiro al aire. No somos ni tantos ni tan pocos pero no estamos para hacer mucho ruido y ofrecer pocas nueces. La concepción es clara y la decisión total, como lo prueban nuestros compañeros muertos en combate y los muertos de la trinchera de enfrente.
Es para nosotros de fundamental importancia conocer su opinión acerca de estas consideraciones. Usted ordenará si su respuesta se debe hacer publica o si es de carácter confidencial y secreto. Tenemos entendido que el compañero portador de la presente se va ha entrevistar con Ud. en más de una oportunidad. Naturalmente, tenemos en él la máxima confianza y pensamos que él mismo puede ser el canal para hacernos llegar su carta.
General sus muchachos peronistas, saben que esta es la hora del pueblo argentino. Sabemos que sobre nosotros, su juventud peronista, recae el peso de la responsabilidad y que no tenemos derecho a recostarnos en nadie. No lo defraudaremos.
PERÓN O MUERTE VIVA LA PATRIA
Madrid, 20 de febrero de 1971.
A los compañeros Montoneros.
Mis queridos compañeros:
Por mano y amabilidad del compañero Don..., he recibido vuestras cosas y él les podrá comentar de viva voz mis pensamientos al recuerdo y saludo que retribuyo con mi mayor afecto.
He conversado largamente con este compañero sobre todas nuestras cosas y él los podrá comentar de viva voz mis pensamientos al respecto. Sin embargo trataré de contestar en ésta algunas inquietudes puntualizadas en la mencionada carta, lo que haré en el mismo orden de comunicación de ustedes.
Comienzo por manifestar mi total acuerdo con la mayoría de los conceptos que esa comunicación contiene como cuestión de fondo.
1. Estoy completamente de acuerdo y encomio todo lo actuado. Nada puede ser más falso que la afirmación que con ello ustedes estropearon mis planes tácticos porque nada puede haber en la conducción peronista que pudiera ser interferido por una acción deseada por todos los peronistas. Me hago un deber en manifestarles que si ha sido dicho, no puede haber sido sino con mala intención. El compañero les hará conocer mi apreciación de situación y resolución para el año 1971 y por ella podrán quedar perfectamente en claro sobre la acción futura.
2. Otro tanto sobre el asunto que este apartado menciona en su carta: es totalmente falso que haya perturbado plan táctico alguno.
3. Como podrán observar en la apreciación de la situación, todo el asunto referente al ejército o más bien dicho a los jefes y oficiales porque yo tampoco creo que la institución pueda hacer nada en nuestro provecho, desde que está en manos de una camarilla que la domina. Sin embargo no por eso debemos descartar en forma absoluta una intervención de sectores que puedan sernos afectos que inteligentemente utilizados, puedan llegar e ser decisivos. Aún en el caso de que descartemos esto, quedaría la posibilidad y el intento de descomponer su cohesión contando con algunos grupos de oficiales o jefes proclives a actuar en este sentido.
La Institución, actuando como dictadura militar, es fuerte pero extraordinariamente frágil desde que actúa fuera de su función especifica. Perdido el prestigio nacional que le da sustento, y debilitada su disciplina que es lo que mantiene la Institución, su debilidad es muy grande: basta recordar lo que sucedió el 17 de octubre de 1945. Se trataba también de un gobierno militar y su situación no era peor que la que soporta la actual dictadura, pero había cundido un cierto grado de descomposición en el ejército. Cuando el pueblo salió a la calle dispuesto a quemar Buenos Aires, todo el poder de ese gobierno se vino abajo y bastó sólo la amenaza para que cayera corno un castillo de naipes. Es que, como antes digo, la dictadura puede ser muy fuerte pero su peligro real esta en su fragilidad congénita.
Coincido con ustedes en que no debemos confiar todo a lo que pueda hacer el ejército, ni aún en los grupos que nos puedan ser afectos, pero tampoco creo prudente que debamos afrontar las oportunidades propicias que se nos puedan presentar para la captación o el intento de descomposición de los elementos de las instituciones armadas que se pongan a nuestro alcance. Dispongo de informaciones, que me hacen pensar en ambas posibilidades si se trabaja eficientemente y, puedo informarles, que este trabajo se ha comenzado a realizar, no sólo en la oficialidad sino también en la jerarquía de los jefes. Todo depende también de como se desarrollan las cosas en el país, especialmente en la lucha que el Pueblo desarrolla contra la dictadura que deberá irse intensificando hasta llegar a la integralidad de los medios. Mi experiencia de viejo militar me permite decirles a ustedes sin temor a equivocarme que en el ejército actual, la mayoría de los suboficiales son nuestros. En la oficialidad, hay un 20 por ciento favorable y un 20 por ciento desfavorables, el resto es indiferente (60 por ciento).
El 60 por ciento restante, que es indiferente, que se escuda como legalista, pero su legalidad consiste en servir al que gana. Si nosotros no estamos en las de ganar los tendremos en contra, pero tan pronto tengamos una posibilidad, podremos contar con ellos que, aunque son como la bosta de las palomas sirven de rellano y hasta a veces pueden servir para más.
Es dentro de este panorama que nosotros debemos considerar las posibilidades. Por otra parte ¿qué podemos perder por mantener el empeño? Perón 4. Sobre la opción electoral yo tampoco creo. Hemos visto ya demasiado para creer en semejante patraña. Por eso comparto totalmente sus afirmaciones anotadas en la comunicación que comento.
Sin embargo, como en la lucha integral en que debemos empeñarnos, no se puede despreciar la oportunidad de forzar también este factor a fin de hostigar permanentemente desde las organizaciones de superficie que, frente a la opinión pública tienen también su importancia y concurren también a la lucha en actividades nada despreciables, especialmente en la situación que vive la República. Esta lucha también concurre a la "guerra revolucionaria" para que, como digo en la apreciación, cada uno pelee en la forma que es capaz de hacerlo. Si Uds. leen la apreciación, resolución y consideraciones, podrán percatarse que, en el fondo, estamos totalmente de acuerdo, como no podría ser de otra manera.
Por eso nuestro movimiento tiene una estructura orgánica que corresponde de una manera general a esas necesidades: una organización de superficie que a través del partido peronista masculino y femenino, como de la rama sindical realiza la lucha también de superficie, mediante las acciones que es posible realizar. En ello es preciso realizar un plan de provocación, otro de intimidación, otro de boicot y finalmente otro de sabotaje. En estos planes intervienen todos los elementos de las organizaciones de super1icie, como los grupos activistas empeñados en la "guerra revolucionaria".
Como les explicará el compañero, mientras las organizaciones de superficie obedecen a una conducción centralizada, con las necesarias autonomías en las Delegaciones Provinciales, las organizaciones que se encargan de la "guerra revolucionaria" tienen absoluta independencia en su conducción y coordinada nada más que por los objetivos. Es natural que todo puede salir mejor si existe por lo menos una coordinación en beneficio de una unidad de acción que toda lucha necesita.
Sería largo poder explicar en una comunicación todo el aspecto de la conducción, por eso he confiado a los compañeros que me visitan la tarea de informarles a Uds. de viva voz, mis pensamientos al respecto. Creo que si se interpreta cabalmente la necesidad orgánica-funcional de nuestro Movimiento en la lucha en que estamos empeñados, no habrá dificultades; para que, en un futuro cercano, se llegue a un entendimiento completo que será muy provechoso en la continuidad del esfuerzo revolucionario. No se trata da hacer una conducción centralizada en todo el complejo orgánico de la lucha porque eso no es posible, dadas las condiciones de la lucha misma, pero sí que se alcance por un modo u otro la indispensable coordinación de los esfuerzos, porque los esfuerzos divergentes, aún con la mejor intención, no pueden ser sino factores de debilidad en la lucha de conjunto.
5. Totalmente de acuerdo en cuanto afirman sobre la guerra revolucionaria. Es el concepto cabal de tal actividad beligerante. Organizarse para ello y lanzar las operaciones para "pegar cuando duele y donde duele" es la regla. Donde la fuerza represiva esté; nada, donde no esté esa fuerza, todo. Pegar y desaparecer es la regla porque lo que se busca no es una decisión sino un desgaste progresivo de la fuerza enemiga. En este caso la descomposición de las fuerzas de que pueda disponer la dictadura por todos los medios, a veces por la intimidación que es arma poderosa en nuestro caso, otras por la infiltración y el trabajo de captación, otras por la actuación directa según los casos pero, por sobre todas las cosas, han da comprender que los que realizan la guerra revolucionaria que en esa "guerra" todo es lícito si la finalidad es conveniente.
Como Uds. dicen con gran propiedad, cuando no se dispone de la potencia y en cambio se puede echar mano a la movilidad, la guerra de guerrillas es lo que se impone en la ciudad o en el campo. Pero, en este caso es necesario comprender que se hace una lucha de desgaste como preparación para buscar la decisión tan pronto como el enemigo se haya debilitado lo suficiente. Por eso la Guerra de Guerrillas no es un fin en si misma sino solamente un medio y hay que pensar también en preparar el dispositivo general que aún no interviniendo en la lucha de guerrillas, debe ser factor de decisión en el momento y en lugar en que tal decisión deba producirse.
Ni es nueva la "Guerra revolucionaria" y menos aún las "Guerras de Guerrillas". Pienso que tal vez la guerra de guerrillas ha sido la primitiva forma de guerra, tan empleada en la afamada "guerra de los escitas" y de Darío Segundo. Por eso sus reglas son demasiado conocidas como sus formas. Sin embargo, es en sus operaciones donde la iniciativa y la vivacidad juegan el papel más preponderante. Por eso también en esa forma de operar, no se podrá mantener una conducción centralizada, aunque siempre ha de realizarse, para que sean efectivas con una finalidad objetivas. De ello se infiere que, los Montoneros, en su importantísima función guerrera, han de tener comandos muy responsables y en lo posible operar lo más coordinadamente posible con las finalidades de conjunto y las otras fuerzas que en el mismo o distinto campo realizan otra forma de acción, también revolucionaria.
Finalmente compañeros, les ruego que hagan llegar a los compañeros mis más afectuosos saludos y acepten mis mejores deseos. También les ruego me hagan presente y trasmitan mis saludos a todos los compañeros que están presos o perseguidos por la dictadura y les lleven la persuasión que tal situación no ha de durar mucho.
Un gran abrazo.