LA JUSTICIA SOCIAL

La justicia social

La primera y fundamental bandera de nuestra nueva democracia popular es la de la justicia social. Bandera que ha sido tergiversada y mal interpretada inclusive dentro de los pensadores peronistas aplicándola exclusivamente a un concepto de recuperación de derechos para los trabajadores, resolviendo cuestiones de injusticia social en el orden de la redistribución de la riqueza y evitando la explotación inhumana. Algunos la presentan como una proyección o síntesis de las encíclicas papales y otros la asocian a los viejos pensadores forjistas.

Esta visión acotada de nuestra bandera fundamental genera también la reacción gorila que la considera una acción populista y demagógica. Ante los límites políticos del sistema democrático liberal en crisis que no puede generar la riqueza para sostener una vida digna para el pueblo, esta bandera se transforma en una imposición irresoluble gestando reacciones como la del nuevo Calígula de las pampas, que rebuzna a los cuatro vientos: “…el concepto de Justicia Social es aberrante, es robarle a alguien para darle a otro”. Lo grave de estas disquisiciones es que niegan la posibilidad de una vida mínimamente digna a los humildes de la patria. Es parte de la inutilidad de estos dirigentes y este tipo de expresiones demuestran su impotencia para resolverlo y su reacción histérica que no se puede catalogar desde lo político, ya que es una mirada directamente anticristiana.

Cuando los gorilas baten el parche contra la justicia social se refieren concretamente a la recuperación humana que el peronismo logró al acceder a su primer gobierno. Una tarea que ejecutó Evita con su Fundación sobre los bolsones de pobreza que habían quedado de la década infame y a los cuales el estado no podía llegar a través de la recuperación económica. Este proceso de reparación de los sectores más marginados se realizó no solamente desde el punto de vista económico sino fundamentalmente espiritual y eso es lo que más les molestó. No importaba tanto la contención material que antes realizaba hipócritamente la caridad oligárquica, sino que esa recuperación se realizara como una acción de justicia, y que se reconociera a los descamisados cómo el nuevo eje moral y ético de la revolución naciente. Esta etapa que la revolución caracterizó como de dignificación social, era el primer paso para poner en marcha el verdadero proceso de la justicia social en la argentina. El proceso de autodeterminación política justicialista se basa en el aumento de las solidaridades crecientes y sólo puede ser realizado por un hombre mínimamente dignificado. Eso es lo que realizó el peronismo y el gorilaje no perdona. Ese primer tramo de dignificación humana era el comienzo del proceso que se vería concretado con la organización espiritual de toda la comunidad en una dinámica solidaria. La dignificación humana del peronismo era un acto de cristiandad mínima, una acción solidaria que lo hombres egoístas y sin corazón no pueden entender.

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