LA DEMOCRACIA PERONISTA (3) ni plutocracia anarcocapitalista, ni progresismo liberal

El peronismo en su historia enfrentó distintas herramientas de dominación colonial, desde fraudes, democracias proscriptivas y dictaduras de todo tipo. Hoy enfrenta una nueva y sofisticada forma de presión imperial como son las democracias coloniales. Una forma de participación idealizada por las plutocracias que dominan el mundo como el mejor sistema político. Sin embargo, lo que ellos ocultan es que ninguno de los países desarrollados como EE. UU. e Inglaterra, por ejemplo, se consolidaron con un sistema como el hoy propuesto para los países subdesarrollados.
Un esquema donde los partidos políticos se presentan ante el electorado desde alternativas sustentadas desde sus distintas ideologías y compiten entre sí para llegar al gobierno, es en realidad una quimera de exportación para garantizar un enfrentamiento inoperante entre las fuerzas políticas que genera una grieta permanente que enfrenta a todos contra todos.
Lo que ocultan las naciones que hoy dominan al mundo es que ellos lograron la armonía social y política en base a procesos de unidad nacional que sintetizaron grandes principios comunes que unieron a todas las fuerzas políticas y que luego fueron compartidos con sus comunidades para lograr un espíritu nacional que sostuviera el proceso. Luego, los partidos políticos debatían sobre la mejor forma de mantener el modelo acordado. No era una disputa destructiva sino un diálogo constructivo.
El acuerdo sobre un objetivo estratégico cómo nación daba un punto de convergencia a todas las fuerzas, transformando la competencia destructiva de un electoralismo extremo, en una diversidad democrática en proceso de consolidación permanente.
Exportar el esquema idealizado de democracia que corresponde a la estabilidad final de su evolución institucional, ocultando el desarrollo completo del proceso, contiene la intencionalidad colonial de lograr una disociación y debilidad política en los países en vías de desarrollo.

El peronismo en su historia enfrentó distintas herramientas de dominación colonial, desde fraudes, democracias proscriptivas y dictaduras de todo tipo. Hoy enfrenta una nueva y sofisticada forma de presión imperial como son las democracias coloniales. Una forma de participación idealizada por las plutocracias que dominan el mundo como el mejor sistema político. Sin embargo, lo que ellos ocultan es que ninguno de los países desarrollados como EE. UU. e Inglaterra, por ejemplo, se consolidaron con un sistema como el hoy propuesto para los países subdesarrollados.
Un esquema donde los partidos políticos se presentan ante el electorado desde alternativas sustentadas desde sus distintas ideologías y compiten entre sí para llegar al gobierno, es en realidad una quimera de exportación para garantizar un enfrentamiento inoperante entre las fuerzas políticas que genera una grieta permanente que enfrenta a todos contra todos.
Lo que ocultan las naciones que hoy dominan al mundo es que ellos lograron la armonía social y política en base a procesos de unidad nacional que sintetizaron grandes principios comunes que unieron a todas las fuerzas políticas y que luego fueron compartidos con sus comunidades para lograr un espíritu nacional que sostuviera el proceso. Luego, los partidos políticos debatían sobre la mejor forma de mantener el modelo acordado. No era una disputa destructiva sino un diálogo constructivo.
El acuerdo sobre un objetivo estratégico cómo nación daba un punto de convergencia a todas las fuerzas, transformando la competencia destructiva de un electoralismo extremo, en una diversidad democrática en proceso de consolidación permanente.
Exportar el esquema idealizado de democracia que corresponde a la estabilidad final de su evolución institucional, ocultando el desarrollo completo del proceso, contiene la intencionalidad colonial de lograr una disociación y debilidad política en los países en vías de desarrollo.

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